Cuando
uno decide abrazar la religión católica y seguir a Cristo nos encontramos con el
hecho de que Dios nos plantea un reto enorme, que es el reto a partir del cual
arrancamos nuestro cristianismo: “Por tanto, sean ustedes perfectos como vuestro
Padre que está en los cielos es perfecto” Mateo 5, 48.
En
el levítico 19:2 dice “Habla a toda la congregación de los hijos de Israel y
diles: ``Seréis santos porque yo, el SEÑOR vuestro Dios, soy santo”. En el Deuteronomio 18:13 “Serás intachable
delante del SEÑOR tu Dios”. En 2 Corintios 7:1 “Por tanto, amados, teniendo
estas promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne y del espíritu,
perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. En Filipenses 3:15 “Así que todos los que
somos perfectos, tengamos esta misma actitud; y si en algo tenéis una actitud
distinta, eso también os lo revelará Dios”.
Son muchas más las citas que se encuentran a lo largo de la Biblia en este
sentido de buscar la perfección, nada más y nada menos que en ser perfectos,
como Dios mismo lo es.
Y
encontramos muchas reglas sobre la manera en que lograremos cumplir con este
enorme reto, por ejemplo en Mateo 5 : 19 – 23, “un joven rico le dice a Jesús
que guarda los mandamientos, no mata, no adultera, no dice mentiras, honra a su
padre y su madre, ¿pero qué más?
Pregunta el joven. “Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que
tienes y dalo a los pobres, ven y sígueme.” Le dice cumple los mandamientos y sígueme. En todos los tratados de religión hay un
capítulo, junto con el de los dogmas, la apologética y el culto, que es el de
la moral, donde se estudian los mandamientos de Dios, es decir las cosas que
debo hacer y las cosas que debo evitar para lograr esta perfección.
Pero
cuando aceptamos el reto de Dios y decidimos ser perfectos y buscar la
perfección cristiana, nos debemos preparar para las pruebas. Pues como dice en el libro del Eclesiástico: “si
te has decidido a servir al Señor prepárate para la prueba”, porque tomada la
decisión de seguirlo el Señor empieza a acrisolar, a tallar, a moldear al
aspirante.
Por
eso ECLESIÁSTICO
2, 1-13: “Si te has decidido a servir al Señor, prepárate para la prueba. Conserva
recto tu corazón y sé decidido, no te pongas nervioso cuando vengan las
dificultades. Apégate al Señor, no te apartes de él; si actúas así, arribarás a
buen puerto al final de tus días. Aceptas todo lo que te pase y sé paciente
cuando te halles botado en el suelo. Porque así como el oro se purifica en el
fuego, así también los que agradan a Dios pasan por el crisol de la
humillación. Confía en él y te cuidará; sigue el camino recto y espera en él. Ustedes que temen al Señor, esperen su
misericordia, no se aparten de él, pues podrían caer. Ustedes que temen al Señor, confíen en él: no
perderán su recompensa. Ustedes que temen al Señor, esperen recibir todo lo que
vale la pena: esperen misericordia y alegría eterna. Recuerden lo que les pasó
a sus antepasados: ¿quién confió en el Señor y se arrepintió de haberlo hecho? ¿Quién
perseveró en su temor y fue abandonado? ¿Quién
lo llamó y no fue escuchado? Pues el Señor es ternura y misericordia; perdona
nuestros pecados y nos salva en los momentos de angustia. ¡Ay de los flojos que
dejan caer sus brazos, ay del pecador que se niega a elegir! ¡Ay de los flojos
que no tienen confianza! por eso no serán protegidos. Ay de ustedes que no han
perseverado: ¿qué harán cuando el Señor les pida cuentas? Los que temen al Señor
no desobedecen sus mandamientos; los que son fieles en amarle siguen sus
caminos. Los que temen al Señor tratan de agradarle; los que lo aman se
alimentan de su ley. Los que temen al Señor tienen su corazón preparado; se
humillan ante él y dicen: "¡Pongámonos
en las manos del Señor más bien que en las de los hombres, pues su misericordia
no es menos que su poder!"
Grande es el premio, enormes las
recompensas, por eso el camino es duro y difícil. Y así nos lo recuerda en el
libro de los Hechos de los Apóstoles capítulo 14, 22, “fortaleciendo los ánimos
a los discípulos exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo. Es necesario que a través de muchas
tribulaciones entremos en el reino de Dios”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario