Durante 1960 años la Iglesia
siempre ha mantenido un Magisterio igual así mismo, veraz y coherente sobre
puntos esenciales: los dogmas, la moral y el culto; las relaciones con el
Mundo, el Corán, los judíos; y, las consecuencias de los errores doctrinales,
herejías y cismas y su castigo y penalización.
A partir del pontificado de Juan
XXIII, en 1958, comienza un cambio, al principio únicamente como en cosas
formales, pero a la final manteniendo la visión doctrinal revelada por Dios
sobre estos temas. Luego, con el pasar
de los años, arranca ese cambio doctrinal, ese “golpe de estado” sobre muchos
de estos puntos, en realidad sobre casi todos.
Estos cambios conceptuales, a
pesar de no ser formalizados en definiciones Ex Cáthedra, después del Concilio
Vaticano II pasaron a ser como la doctrina enseñada y creída por la “nueva
iglesia católica”, y esto, a pesar de que el mismo Concilio declaró claramente,
qué ese era un concilio pastoral sin intención de definir doctrina, la cual,
por supuesto, debería seguir como siempre.
Seguramente es por eso que el
encabezamiento del Concilio Vaticano II no acude a la solemne presentación de
los concilios doctrinales, como en el de Trento, en donde se invoca la
Definición Infalible de Doctrina dada Ex Cáthedra.
En la práctica, y esto es
constatable, el Concilio Vaticano II sí cambió la doctrina de la Iglesia:
1. Los judíos, de pérfidos, pasaron a ser
"hermanos mayores"...
2. El Corán, libro donde se manda de parte
de un dios a subyugar y matar cristianos si no abjuran de su fe y que mereció
siempre condenas del magisterio y de los doctores de la iglesia, ahora en el
post concilio mereció un beso aprobatorio.
Hasta llegar a la aberración actual con Bergoglio en que se dice que es
la religión de la paz y del amor.
3. Sabemos desde siempre, que los tres
enemigos del alma son el mundo, el demonio y la carne, hablando solo del mundo,
sabemos que este siempre fue hostil para el Reino de Dios, tal cual lo dice el
Nuevo Testamento y fue reiterado por
1960 años de Tradición y Magisterio, ahora, en el Post Concilio, por
obra de Karl Rahner y Theilard de Chardin principalmente, pasó a ser el modelo
y única realidad a la que la iglesia debía seguir, imitar.
4. En los dogmas ya no se está creyendo, la
existencia del Infierno se niega a pesar de estar definida por varios
concilios, ahora se habla de que para la salvación es necesario únicamente
creer, tener fe, cuando todos sabemos que la fe sin obras es nula y que seremos
juzgados por nuestras obras. Por otras parte
la Salvación se da, únicamente, dentro de la Iglesia, en eso se ha dejado de
creer. En uno de los últimos
pronunciamientos del Papa se dijo que las almas que pierdan el cielo y se
empecinen en no aceptar, en no recibir a Dios serán difuminadas.
5. Del Teocentrismo hemos pasado al
antropocentrismo, de la mano de la nueva era toda trascendencia fue negada,
caímos de nuevo en el engaño de satanás, coman de este fruto y serán como
dioses, y estamos comiendo toda la basura que satanás y sus esbirros nos
sirven, hasta los padres hoy en día dictan cursos de oración que no es más que
una mala copia del yoga.
6. La metafísica cristiana es ridiculizada
por el modernismo y el realismo objetivo, tomista, reemplazado por filosofismo
y basura intelectual suministrada por satanás y sus áulicos.
7. Los Mandamientos cayeron de haber sido
impresos en nuestra alma por Dios mismo en la creación, de ser revelados por
Dios a Moisés en el Sinaí y de ser confirmados por Nuestro Señor Jesucristo a
ser, meramente, legalismo farisaico, pelagianismo puro y falta de amor con el
pecador, por efectos de la última teología Vaticana. Expresada por el mismo Bergoglio.
8. La penalización y corrección de los
errores desapareció, fue dejada de lado por "La Era de la
Misericordia". Ahora, los errores
doctrinales expandidos por doquier en la vida de la iglesia, no son castigados,
ni corregidos, simplemente son mirados con una sonrisa de misericordia, sin
misericordia. Y sin misericordia, ahí
sí, con los pecadores que aún en los casos de buena fe están poniendo en riesgo
la salvación de sus almas.
Entonces, sí, la doctrina cambio,
la moral cambio y el culto también cambió, la apologética también cambió. Todo cambió, todo sigue cambiando bajo las
riendas destructoras de Bergoglio y los religiosos que lo acompañan. Y sí esto es así, es decir que vemos y
constatamos que casi todo cayó, ¿En qué deberemos creer entonces? Pues parece ser que la religión católica,
es una nueva religión con nueva doctrina y nuevo culto.
Esa es la idea precisamente de
esta serie de escritos, presentar la doctrina segura que, además sabemos, fue
revelada por Cristo a la Iglesia y esta la enseñado durante 1960 años, para,
entonces, aferrarnos al magisterio infalible dado ex cathedra, a los dogmas,
los concilios doctrinales dogmáticos y al magisterio ordinario que ha sido
coherente durante 1960 años.
Creemos que se puede creer con
toda tranquilidad en lo que la Iglesia ha enseñado desde siempre hasta Pio
XII; podemos creer, con cierto grado de
tranquilidad, aunque preguntando y discerniendo con prudencia lo
correspondiente al período desde Juan XXIII hasta Benedicto XVI y ¿por qué?,
porque acá a pesar de que el magisterio es bastante claro comienzan a pulular
los teólogos contrarios a la doctrina clásica.
Toda esta contaminación, el mismo
Pablo VI la denuncio desde el principio de la Nueva Iglesia conciliar, cuando
advirtió que el humo de satanás se había metido y había infiltrado a la
Iglesia. Y parece, como se dice por ahí, que
ahora mismo ya no se puede ni respirar.
1. La iglesia actual ha predicado por boca de
quien está en la silla de Pedro que “No estoy interesado en la conversión de
los evangélicos al Catolicismo. Quiero que la gente encuentre a Jesús en su propia comunidad. Son tantas
las doctrinas que nunca vamos a estar de acuerdo. No vamos a gastar nuestro
tiempo en ellas. Más bien, tratemos de
mostrar el amor de Jesús.”
Cuando, solo por citar a uno de
muchos, Pio XI había dicho “La unión de los cristianos no se puede fomentar de
otro modo, que procurando el retorno de los disidentes a la única y verdadera
Iglesia de Cristo, de la cual un día desdichadamente se alejaron” (Pío XI,
Mortalium Animos, 16).
2. La introducción de una estatua de Lutero en
el Vaticano es consecuencia de la consideración del mayor hereje –blasfemo y
sanguinario- de todos los tiempos, como “Testigo del Evangelio” (Del conflicto
a la comunión, n. 29). Tal declaración es un insulto para la inteligencia y la
inspiración divina de la Iglesia en los últimos cinco siglos. Quien esto
defienda no puede ser sino un perverso hereje infiltrado o un loco.
3. El Papa oficial desconoce a S. Pablo y su
Magisterio. Francisco I manifiesta que S. Pablo se gloriaba de sus pecados. Fue
con motivo del 90º cumpleaños del Cardenal Sodano /07/12/17). Dijo que estas
celebraciones son motivo para “el recuerdo también de nuestra pequeñez, de
nuestros errores, incluso de nuestros pecados. San Pablo se enorgullecía de
ellos.”
Lo que en realidad dijo el
apóstol es que sin Cristo nada somos. Él mismo nos lo enseña: “Sin Mí nada
podéis hacer” (Jn 15,5). S. Pablo conoce el remedio: Llama al Espíritu Santo
que “acude en ayuda de nuestra debilidad” (Rom 8,26) y le hace poderoso contra
el pecado; por eso dice a los filipenses: “Todo lo puedo en Aquel que me
conforta” (Fil 4,13). Cualquier teólogo o simple fiel con sentido común,
exclamaría con S. Agustín: “¿De qué, pues, podrá gloriarse toda carne?, ¿Acaso
del mal? Pero eso no es gloria sino miseria” (Soliloquio del alma con Dios, n.
15).
4. Francisco predica falsedades.: Qué la
Justificación se da solo por la Fe, que fue lo que dijeron los protestantes,
que las obras no son necesarias.
5. “Por
las venas de Jesús corre sangre pagana” (Homilía del 08/09/2017). No existe
contexto que pueda ocultar la gravedad de esta blasfemia. Porque la genealogía
de S. Mateo termina con “José, Esposo de María”. Pero los católicos sabemos que
lo concebido por Ella es Obra del Espíritu Santo, que Cristo no es hijo
biológico de José. Esta blasfemia acerca a su autor a la postura protestante
que asigna más hijos a la Inmaculada.
6. “El camino de la Iglesia es el de no
condenar a nadie eternamente”. (Homilía con los nuevos cardenales, 15 de
febrero de 2015). Es decir no cree en el dogma del Infierno.
7. En Amoris Laetitiae, atropella el
Magisterio del mismo Cristo y por supuesto de sus predecesores:“ Todo el que se
divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con
la que está divorciada del marido, comete adulterio (Lc 16,18).
Olvidando que “No os engañéis: ni
los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los
sodomitas,… heredarán el Reino de Dios” (1Cor 6, 9-11).
8. -Viola el Catecismo y el Derecho Canónico,
al decir que se puede dar la absolución y la comunión a los adúlteros,
analizando cada caso en particular, pues, los divorciados vueltos a casar viven
en «adulterio público y permanente» (n. 2384). “El acto sexual debe tener lugar
exclusivamente en el Matrimonio; fuera de éste constituye siempre un pecado
grave y excluye de la comunión sacramental» (n. 2390). «No deben ser admitidos
a la sagrada Comunión […] los que obstinadamente persistan en un manifiesto
pecado grave» (Canon 915).
Con esta exhortación, el Papa
oficial ha ensanchado las grietas de la Iglesia que denunciaba el Beato Pablo
VI, hasta el punto de haber roto la Unidad. Los divorciados y vueltos a casar
pueden acceder a la Comunión en unos
países o en determinadas diócesis, mientras que en otros son rechazados. Es una
situación cismática; una revolución luterana dentro de la Iglesia, que deja de
ser Una y Católica, pues ya su moral no es universalmente válida.
Para finalizar podemos decir que
quien defiende lo que aquí denunciamos, prostituye a la Iglesia oficial por la unión
en la “libertad, hermandad e igualdad” con religiones no cristianas o
cristianas no católicas. ¿Estamos asistiendo a la manifestación de la Gran Ramera por estar de lleno en el fin de los
tiempos de los gentiles (Lc 21,24)?
Pero entonces qué debo hacer? Yo creo que debemos buscar los cimientos, de
tal manera que podamos con base en conocimientos sólidos contrastar lo que nos
están enseñando y predicando para poder decidir con conciencia recta lo que
debo hacer con mi vida.
¿Tengo que seguir yendo a misa,
aunque vea que se predican herejías en los púlpitos? ¿Son válidas esas misas?
¿Cristo baja a la Eucaristía? ¿No sería mejor irse a la FSSPX? Si Francisco
acepta a otras religiones, ¿por qué tanta inquina con Lefebvre, que al fin y al
cabo no hizo más que guardar íntegro el depósito de la fe?
Para empezar, debemos decir que
no se debe nunca dejar la misa dominical. El hecho de que el sacerdote celebre
bien o mal no es una excusa que exima de cumplir el precepto. Ciertamente, es
triste que veamos el comportamiento o escuchemos las prédicas de algunos
ministros, muy alejadas del querer y de la voluntad de Dios. Procurar encontrar
una parroquia ortodoxa es algo muy importante, pero no siempre es posible. Pero
nosotros tenemos un mandamiento de la Santa Madre Iglesia por cumplir y este es
“Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar”. Por tanto, sea como
sea, debemos cumplirlo.
Si el sacerdote cumple con el
requisito y tiene intención de querer hacer lo que hace la Iglesia, consagrará
y recibiremos a Cristo Eucaristía en el momento de comulgar. Si el sacerdote no
cumpliera con alguno de los requisitos o no pronuncia correctamente las
palabras consacratorias no estaría obedeciendo su ministerio porque estaría
dejando de dar a los fieles lo que se merecen: esto es, entregar a los fieles
la Santa Comunión. Igualmente incurre en pecado de desobediencia si en la
homilía no predica conforme al magisterio de la Iglesia.
¿Qué hacer ante esta situación?
La respuesta no es otra que
RESISTIR. Resistir porque vienen tiempos de pruebas más duras que las que
estamos enfrentando ahora.
Debemos ser fieles al magisterio
de siempre. Al catecismo. Al dogma, a la tradición y ser perseverantes en la
oración. Sabemos, precisamente por el punto 675 del Catecismo de la Iglesia
católica, que tendremos que atravesar unos momentos críticos antes de la
segunda venida de Nuestro Señor. Momentos donde gran parte de la Iglesia caerá
en la apostasía y en los que solo un resto fiel permanecerá unido a Cristo y al
Evangelio. Momentos que nos pueden parecer insoportables porque pasaremos una
gran tribulación, como no la hubo ni la habrá y que incluso nos podrían llevar
a pensar que la Iglesia verdadera ha desaparecido. Más no ha de ser así,
ciertamente, porque Cristo no fallará a su palabra y la Iglesia nunca perecerá,
porque vivirá en cada uno de los fieles que permanezca firme en la verdad
inmutable de las enseñanzas de Cristo, en ese pequeño rebaño que quedará, unido
al Inmaculado Corazón de María.
Por tanto, la clave es ésta: Oración,
frecuencia de sacramentos mientras tengamos sacerdotes cerca, estudio de las
verdades de la fe y de los documentos de la iglesia católica y del magisterio,
lectura diaria de las escrituras, rezo del santo rosario, que es el arma que
atará a satanás en estos tiempos, sanas y ejemplares lecturas de vidas de
santos que nos dan coraje ante las adversidades.
Esta es la regla que tenemos que
tener ante nuestros ojos. Todo esto unido a la esperanza de que Dios nunca
falla en sus palabras y nunca abandona a su pueblo. Él quiere que le
demostremos nuestra fidelidad, quiere que le demostremos nuestro valor y el amor
que tenemos por su palabra. Si le hemos pedido caminar como Pedro sobre las
aguas, no podemos pensar que nos va a dejar en medio de la nada para que nos
ahoguemos. Seamos confiados, seamos almas de fe que creemos en su palabra. Son tiempos duros, sí, pero si duros son los
tiempos, más fuerte lo es la mano de Dios que intervendrá, como lo hizo en
Egipto para salvar a su pueblo cuando se hallaba en el punto más alto de su
sufrimiento, como lo hizo con Abraham en el momento más doloroso, en el momento
en que en obediencia a Dios le estaba por ofrecer a su hijo único y amado en
sacrificio.
Yo creo que Dios quiere y espera
de nosotros que le demostremos si realmente le amamos y confiamos en su
palabra.
2 comentarios:
Cordial saludo Miguel
En su artículo usted afirma que el concilio vaticano II cambió la doctrina. Me permito citarle algo del mismo concilio que desmiente su afirmación.
Optatam Totius numeral 16
Ordénese la teología dogmática de forma que, ante todo, se propongan los temas bíblicos; expóngase luego a los alumnos la contribución que los Padres de la Iglesia de Oriente y de Occidente han aportado en la fiel transmisión y comprensión de cada una de las verdades de la Revelación, y la historia posterior del dogma, considerada incluso en relación con la historia general de la Iglesia; aprendan luego los alumnos a ilustrar los misterios de la salvación, cuanto más puedan, y comprenderlos más profundamente y observar sus mutuas relaciones por medio de la especulación, siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás; aprendan también a reconocerlos presentes y operantes en las acciones litúrgicas y en toda la vida de la Iglesia; a buscar la solución de los problemas humanos bajo la luz de la Revelación; a aplicar las verdades eternas a la variable condición de las cosas humanas, y a comunicarlas en modo apropiado a los hombres de su tiempo.
Miguel buen día.
En cuanto a lo que usted acusa al papa Francisco de decir que por las venas de Jesús corre sangre pagana aquí está el porque el papa dilo dice y no hay error.
Si sacamos las palabras “por las venas de Jesús corre sangre pagana” del contexto en que fueron dichas, es probable que el algunos, puedan sentirse escandalizados, es por eso que no se debe sacar JAMAS ninguna palabra de contexto. Sobre todo porque la palabra "pagana" es sinónimo para algunos de alguien malo. Ese no es el significado bíblico de la palabra. En la Biblia se le llama pagano (o gentil) a todo aquel que no pertenece al pueblo de Israel, por ejemplo, San Pablo se llama a sí mismo, el apóstol de los paganos (Gal. 1,16 y 2,7). Para el judio de esa epoca (Y algunos en esta) nosotros somos paganos o gentiles. Para entender lo que dijo el Papa, debemos tomar en cuenta que fue una predica sobre el Evangelio de la Misa del día. En el Evangelio de la Misa de ese día, se detallaba la genealogía de Jesús, es decir el listado de los antepasados de Jesús. Tanto San Mateo como San Lucas, en los primeros capítulos de sus evangelios, nos detallan esos datos para darnos a conocer que Jesús es el Mesías prometido y es descendiente de los personajes más importantes de la historia de Israel, entre los que sobresalen Abraham, Isaac, Jacob, y el rey David. Pero San Mateo, también nos da a conocer un detalle al mencionar en ese listado de antepasados de Jesús, a dos mujeres que no son judias. La primera de ellas es Rahab, de la cual nos habla el libro de Josué en el capítulo 2. Ella era una prostituta que vivía en Jericó y que acogió a los enviados de Josué, cuando inntentaba entrar a la Tierra Prometida. Rahab, que no era israelita y habitaba en Jerico, los ocultó en su casa y les pidió que le prometieran que respetarían su vida y la de su familia cuando ellos conquistaran la ciudad. Por haber realizado la obra de ocultar a los emisarios de Josué la vida de Rahab y de los suyos fue perdonada. Rahab y los suyos, a partir de ese momento pasaron a formar parte del pueblo de Israel. Según Mateo 1,5 “Salmón engendró de Rahab a Booz”. Tanto Salmón como Booz son antepasados de Jesús, y esta mujer, por la que corre sangre pagana, pasó a ser también antepasada de Jesús.
La otra mujer pagana que se menciona en la genealogía de Jesús es Rut, de quien nos habla todo un libro. Rut era una moabita es decir, una mujer pagana que se casó con un israelita y con quien vivía en el territorio de Moab, al oriente de la Tierra Prometida. Al enviudar, decidió seguir a su suegra Noemí, que había enviudado 12 años antes y al morir sus hijos quiso regresar a Israel. En Israel, Rut se casó con Booz, un pariente de su esposo, para cumplir con la ley del levirato y darle así descendencia a su esposo que había muerto. Del matrimonio entre Booz y Rut nació Obed, quien más tarde sería abuelo del Rey David.
A esto se refiere el Papa Francisco cuando dice que “por las venas de Jesús corre sangre pagana”.No es ningún error, ni mucho menos una herejía. Es una verdad bíblica. Entre los antepasados de Jesus hay hombres muy santos, pero también grandes pecadores, como el rey David, que cometió adulterio y homicidio; y un par de paganas.
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