CARTA A MI HIJA HABLÁNDOLE DEL INFIERNO

Querida Sofi:  

Te quiero aclarar con todo el cariño, pero también con toda la firmeza que mis afirmaciones a cerca del infierno no tienen nada que ver con terrorismo moral, no quiero asustarte, quiero despertarte, abrirte los ojos.

A pesar de que ya lo sabes, mi único interés es alertarte sobre el hecho incontrovertible, además de fe, que tiene que ver con el hecho de que una vez muera nuestro cuerpo material nos enfrentaremos a la realidad eterna a que nos hemos hecho acreedores, que puede ser vida, pero también muerte, en ambos casos eterna y en ambos casos irreversible.

Sabemos, porque así está escrito en la Biblia y en esa realidad nos educaron, que Dios nos creó, casi tan perfectos como a los ángeles, para que lo adoráramos y para nuestra propia felicidad, esta realidad, este plan original se vio trastocado por cuenta del pecado original, que implicó que fuéramos expulsados del Paraíso y enviados a este "valle de lágrimas".

Solo por comer del fruto del árbol del Bien y del mal, fuimos castigados y expulsados del Paraíso, desde ahí, conscientes de nuestra desnudez y condenados a ganarnos el pan con el sudor de la frente y esclavos del pecado; esta, la primera gran prueba de que Dios si castiga.  Castigos de los que tenemos multitud de ejemplos: La Torre de Babel, Sodoma y Gomorra, el diluvio universal, la persecución y expulsión de Israel, su pueblo, durante 1.800 años.

Nuestro Dios es un Dios de amor, es un Dios de Misericordia, pero también, y no nos llamemos a engaño, es Justicia infinita, no seamos inocentes y no nos comamos las herejías y las patrañas que ahora nos están tratando de meter por entre los ojos algunos curas y laicos a quienes les ha dado por negar la existencia del mismo.

Claro que Dios nos ama y nos quiere con Él, tanto así, que para redimirnos del pecado envió a su hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para que diera su vida por nosotros, quien derramó, en la cruz, hasta la última gota de su sangre para el perdón de nuestros pecados.  Pero esto no es así no más.  Él nos creó gratuitamente, eso es verdad, nos llenó de dones, también es cierto, pero la salvación necesita de trabajo y esfuerzo por parte nuestra.  Pretender cínicamente, que porque Dios es amor, nos salvaremos del castigo, no solamente es irresponsable, sino que además, esa actitud por sí misma, es pecado, es pecado mortal y es uno de los únicos cinco pecados que no tiene perdón de Dios porque va contra el Espíritu Santo, es el pecado de presunción.

A pesar de lo que te puedan llegar a decir algunos curas, una vez muere la persona, enfrenta su juicio particular, conoce a Jesucristo y su Grandeza, prueba el Amor Infinito, la Verdad Infinita, la Misericordia Infinita, lo malo, es que también prueba la Justicia Infinita.  Este juicio consiste, en que uno mismo compara su vida, sus hechos, sus actos, sus ejecutorias, sus acciones y sus omisiones contra la palabra, contra Dios, y el alma sabe en un instante, en un momento, cuál será su destino, si el cielo, el purgatorio o el infierno.

El infierno existe, existe y, además, es un dogma de fe, luego es obligatorio para todos los católicos creer en su existencia, es un lugar físico, también es un estado del alma, es un castigo eterno y además es terrible.  Si el destino del alma es el infierno, en ese terrible lugar, el alma es privada de la chispa del Espíritu Santo que tiene, por eso se dice que el infierno es la ausencia de Dios, esto es terrible, no como lo tratan de pintar algunos.  Es que, una cosa es no sentir a Dios teniéndolo, como nos pasa a todos muchas veces a lo largo de la vida y otra es no sentirlo porque no lo tiene, ese es el primer castigo del infierno, ausencia que se mantendrá para siempre, por toda la eternidad; el segundo castigo es saber de lo que se está perdiendo, pues durante el juicio particular estuvo frente a Él y percibió lo infinito de sus dones y de sus bendiciones; el tercer castigo, tiene que ver con experimentar la presencia permanente de Satanás, recuerda el susto que genera estar frente a una persona mala, así sea por segundos, que tal estar frente a la encarnación del mal por toda la eternidad, piensa en eso, cómo será ese terror; el cuarto castigo, es estar en el lago de fuego, pagando, las consecuencias del pecado y el suplicio correspondiente al pecado cometido.  Solo odio, dolor, y mal por toda la eternidad.

Nuestro Señor menciona varias veces la existencia del infierno. Basta ver la sentencia de Mateo (25, 31-46) "Id malditos al fuego eterno", y el Apocalipsis nos habla del "lago de fuego. Muchos Concilios han declarado de fe pública la existencia del infierno y purgatorio y consideran hereje a quien lo niegue.  Por ejemplo el Concilio Lateranense IV (D. 801) dice van a él, los que mueren en pecado mortal (D1002; D 1306, Etc.), el purgatorio es verdad de fe divina y católica definido por los Concilios Lyon (D8569) Florentino (D1304) y Tridentino (D1820) refrendados por el Vaticano II (Lg Nos 48, 49,50). 

El catecismo de la Iglesia Católica, ordenado y realizado por Juan Pablo II, desde el numeral 1033 advierte sobre la existencia del infierno, sobre esa realidad tan terrible y siguiendo las enseñanzas de Cristo, la Iglesia advierte a los fieles de la triste y lamentable realidad de la muerte eterna, llamada también infierno.

La Virgen en Fátima mostró el infierno a los niños, quienes, terriblemente asustados, convirtieron sus inocentes vidas en una penitencia total. De su gravedad y dificultad advierten también: Santa Teresa de Jesús, Don Bosco, la Beata Ana Catalina Emmerick, santa Faustina Kowalska, Martha Robin y muchos otros.

Solo en la mala fe absoluta y en el intento de llevar almas al infierno se puede entender la pertinaz insistencia de teologías modernas como la Holandesa, la Alemana, la Hedonista, la de la Liberación, negando su existencia y sustrayendo a los fieles de sus obligaciones y cargas para lograr la salvación del alma, pero claro, al negar el castigo, así como el lugar del castigo, podría uno concluir que daría lo mismo portarse como Teresa de Calcuta o como el peor de los criminales, pues en todos los casos los méritos o reprimendas por la conducta durante la vida conducen al mismo sitio.  Le oímos a Francisco hace pocos días comentar que las almas de los egoístas una vez muertas se difuminarían, y que todos los demás nos veríamos en el cielo, qué teología tan horrorosa, pues sabemos de boca del mismo Jesucristo que la Justicia de Dios es retributivo y, recompensa a quien le obedece y castiga al que no vive su palabra y la rechaza, ignora o desobedece.  Mateo 25: 31-46 "venid benditos de mi Padre al Reino, pues obedecieron la ley del amor y las obras, e, id malditos al fuego eterno" para quienes rehusaron obedecer sus mandatos de dar la vida por los demás.  Esta frase es terrible pues llegado el momento de perder a Dios para siempre, el condenado exclamará y se dará cuenta que ha perdido a su Creador, a su Redentor y a su Padre.  Ha perdido a Dios y con Dios ha perdido a María, ha perdido la vista de los ángeles, ha perdido todo.  No puede haber nada peor que saberse condenado para siempre.

"Muchas almas van al infierno porque nadie ora por ellas", dice la Virgen de Fátima e invita a la conversión de todos y a no ignorar las realidades eternas que, so pretexto de no asustar a las personas, guardan silencio y quitan a las personas el conocimiento de aquello que les infundía "un santo temor de Dios" terminando así en un facilismo religioso en donde Dios se convierte en un alcahuete de nuestros pecados.

Te puedo dar decenas de citas bíblicas o doctrinales donde se habla del Infierno, del demonio y del castigo eterno.  Hay libros enteros dedicados a eso.  Te recomiendo, leer directamente de la Biblia y del Catecismo de la Iglesia Católica, pero además pedir en oración al Espíritu Santo que te ilumine y te llene de gracia, y sobre todo pedir por los sacerdotes que no creen en el infierno y arrastran con ellos a muchas almas a la perdición.   

Al ver todo esto decidí no callarme más  y alertar a la gente, no puedo seguir cómodo en mi silencio, viendo como dos o tres personas de manera aislada defienden mi religión, es necesario que abramos los ojos y desmontemos esa religión farsante y ridícula que se está organizando desde las más altas jerarquías.

Si en tu proceso racional, lo que quieres es usar el criterio de autoridad, te puedo dar citas de verdaderas autoridades en temas eclesiásticos y teológicos, como por ejemplo: Santo Tomás de Aquino, uno de los más grandes doctores de la Iglesia, quien dice que "...la justicia de Dios requiere la eternidad del infierno como pena indicativa del mal.  Es un principio admitido que debe existir proporción entre la culpa y la pena, entre el crimen y el castigo.  Y en verdad la gravedad de la culpa se deduce de la dignidad de la persona ofendida.  El pecado ofendido a una Majestad Infinita reviste, por lo mismo, una malicia infinita, haciéndolo merecedor de un castigo infinito.  Pero como el hombre es limitado y finito en su ser, no puede ser susceptible de una pena infinita en intensidad, pero puede ser castigado con una pena infinita en duración, es decir, eterna... la existencia del infierno es un dogma de la razón y un artículo de fe".

San Pablo, otro gigante de nuestra fe dice: "trabajad con temblor y temor por vuestra salvación".  Hay dos caminos, uno es estrecho y áspero, por el que caminan unos pocos, y el otro es ancho y lleno de flores, el de la perdición, que es por donde camina la mayoría.  

Cuando le preguntan Jesús dice, al final muchos querrán entrar y no podrán. Muchos son los llamados, pocos son los elegidos.  Sabemos que la salvación exige violencia, negación de sí mismo y una decidida y férrea voluntad para trabajar por la salvación, con seriedad y disciplina.  Sabemos que es muy difícil y solo los más esforzados lo logran, pero también sabemos que uno pone lo poco, lo posible, lo más fácil y Dios pone todo lo demás.

Para empezar a cerrar vuelvo al principio.  En el Diluvio fue salvo únicamente Noé con su familia, en Sodoma y Gomorra Lot con sus hijas, pero no son los únicos ejemplos, hay más.  Luego algo pasa entre el Dios bondadoso, misericordioso, madre, cómplice y parcero que debería salvar a todos como nos lo están predicando muchas de las jerarquías de nuestra Iglesia y el Dios de verdad que premia o castiga de acuerdo con los merecimientos de cada uno.

Con todo el respeto por tu libre albedrío, por tu libertad, te invito a que busquemos a Dios con disciplina, pero al Dios que aparece en la Biblia y en la doctrina de la Iglesia, al Dios verdadero, no a ese dios hecho a tu imagen y semejanza, no te hagas un dios tan chiquito como los de la nueva era, acuérdate que tú eres hecha a imagen y semejanza de Dios, es decir al revés de lo que te están enseñando, El Dios de verdad, es un Dios que exige renuncia, sacrificio, penitencia, negación, morir a sí mismo, coger los propios bienes, venderlos, darlos a los pobres y seguirlo, ese es nuestro Dios, el Dios de la vida eterna, no el que el mundo nos está dando, el del placer, comodidad, el poder, el tener, el acumular riqueza, a recorrer la vida por el camino ancho y lleno de flores, sin esfuerzo alguno para salvar el alma, enfrentándonos sin dudarlo a la condenación eterna.

DIDACHÉ (DIDAJÉ)


La Didache (Didajé), o Enseñanzas de los Doce Apóstoles, fue escrito entre el año 65 y 80 A.D. y encontrado en 1873 en Macedonia, cerca de Constantinopla. Es el primer catecismo escrito que conocemos. Reconocido con gran estima por los Padres de la iglesia.  Por este documento sabemos como ellos interpretaban las enseñanzas de los Apóstoles y como vivían. Codifica las reglas de vida que deben saber los cristianos de manera práctica para la enseñanza.

CAPITULO 1

1:1 Hay dos caminos, el de la vida y el de la muerte, y grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos.

1:2 El camino de la vida es éste: Amarás en primer lugar a Dios que te ha creado, y en segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo. Todo lo que no quieres que se haga contigo, no lo hagas tú a otro.

1:3 Y de estos preceptos la enseñanza es ésta:
Bendecid a los que os maldicen y rogad por vuestros enemigos, y ayunad por los que os persiguen. Porque ¿qué gracia hay en que améis a los que os aman? ¿No hacen esto también los gentiles? Vosotros amad a los que os odian, y no tengáis enemigos.

1:4 Apártate de los deseos carnales. Si alguno te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele la izquierda, y serás perfecto. Si alguien te fuerza a ir con él durante una milla, acompáñale dos. Si alguien te quita el manto, dale también la túnica. Si alguien te quita lo tuyo, no se lo reclames.

1:5 A todo el que te pida, dale y no le reclames nada, pues el Padre quiere que se dé a todos de sus propios dones. Bienaventurado el que da conforme a este mandamiento, pues éste es inocente. ¡Ay del que recibe! Si recibe porque tiene necesidad, será inocente; pero si recibe sin tener necesidad, tendrá que dar cuenta de por qué recibió y para qué: puesto en prisión, se le examinará sobre lo que hizo, y no saldrá hasta que no devuelva el último cuadrante.

1:6 También está dicho acerca de esto: que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a quién das.

CAPITULO 2

2:1. El segundo mandamiento de la Enseñanza es éste.

2:2 No matarás, no adulterarás, no corromperás a los menores, no fornicarás, no robarás, no practicarás la magia o la hechicería, no matarás el hijo en el seno materno, ni quitarás la vida al recién nacido. No codiciarás los bienes del prójimo.

2:3 No perjurarás, no darás falso testimonio. No calumniarás ni guardarás rencor.

2:4 No serás doble de mente o de lengua, pues la doblez es lazo de muerte.

2:5 Tu palabra no será mentirosa ni vana, sino que la cumplirás por las obras.

2:6 No serás avaro, ni rapaz, ni hipócrita, ni malvado, ni soberbio. No serás codicioso, o hipócrita, o malicioso ni orgulloso, no escucharás consejos maliciosos contra el prójimo.

2:7 No tramarás planes malvados contra tu prójimo. No odiarás a hombre alguno, sino que a unos los convencerás, por otros rogarás, a otros los amarás más que a tu propia alma.

CAPITULO 3

3:1 Hijo mío, aléjate de todo lo que es malo, y de todo lo que se le parezca.

3:2 No te irrites, porque la furia lleva al asesinato. No seas celoso, querelloso, de temperamento rápido, pues todo esto lleva a matar.

3:3 Hijo mío, no seas carnal, porque la carne lleva a la fornicación, no seas un hablador sucio, no te vanaglories mucho, porque de todas estas cosas sale el adulterio.

3:4 Hijo mío, no seas un observador de presagios o agüeros, no seas un hechicero, ni astrólogo, ni purificador, ni desees ver estas cosas, porque de todo esto nace la idolatría.

3:5 Hijo mío, no seas mentiroso, la mentira lleva al robo, no seas codicioso o engreído, de todas estas cosas surge el robo.

3:6 Hijo mío, no seas un murmurador, ya que lleva a la blasfemia, no seas de mente enferma o voluntad egoísta, porque de todo esto nacen las blasfemias.

3:7 Mas bien sé manso, porque los mansos heredarán la tierra;

3:8 Se sin embargo generoso, ten compasión, no hagas daño, se pacífico, y bueno, y ten temor siempre de las palabras que has escuchado.

3:9 No te exaltarás a ti mismo, ni darás demasiada confidencia a tu alma. Tu alma no se debe unir con las engreídas, sino que debe caminar con las almas justas y humildes.

3:10 Acepta todo lo que te pasa como bueno, sabiendo que sin Dios nada pasa.

CAPITULO 4

4:1 Hijo mío, te acordarás de día y de noche del que te habla la palabra de Dios, y le honrarás como al Señor porque donde se anuncia la majestad del Señor, allí está el Señor.

4:2 Buscarás cada día los rostros de los santos, para hallar descanso en sus palabras.

4:3 No harás cisma, sino que pondrás paz entre los que pelean. Juzgarás rectamente, y no harás distinción de personas para reprender las faltas.

4:4 No andarás con alma dudosa de si sucederá o no sucederá.

4:5 No seas de los que extienden la mano para recibir, pero la retiran para dar.

4:6 Si adquieres algo por el trabajo de tus manos, da de ello como rescate de tus pecados.

4:7 No vaciles en dar, ni murmurarás mientras das, pues has de saber quién es el buen recompensador de tu limosna.

4:8 No rechazarás al necesitado, sino que tendrás todas las cosas en común con tu hermano, sin decir que nada es tuyo propio; pues si os son comunes los bienes inmortales, cuánto más los mortales.

4:9 Tu mano no se levantará de tu hijo o de tu hija, sino que les enseñarás desde su juventud el temor de Dios.

4:10 No mandarás con aspereza a tu esclavo o a tu esclava que esperan en el mismo Dios que tú, no sea que dejen de temer a Dios que está sobre unos y otros... porque El viene no a llamar de acuerdo a las apariencias, sino a lo que el Espíritu ha preparado.

4:11 Vosotros, los esclavos, someteos a vuestros señores como a imagen de Dios con reverencia y temor...

4:12 Odiarás la hipocresía y todo lo que no es grato a Dios.

4:13 No abandonarás los mandamientos del Señor, sino guardad lo que has recibido, sin agregarle o quitarle;

4:14 En la Iglesia confesarás tus pecados, y no te acercarás a la oración con mala conciencia. Este es el camino de la vida

CAPITULO 5

5:1 El camino de la muerte es éste. Primero de todo, es maligno, y lleno de maldiciones, se encuentran asesinatos, adulterios, concupiscencia, fornicación, robos, idolatrías, brujerías, orgullo, malicia, engreimiento, mal hablados, celos, audacia, orgullo, arrogancia.

5:2 Hay aquellos que acosan al bueno-amantes de la mentira, no conocen la recompensa de la rectitud, no se acercan al juicio bueno y correcto, no miran por lo bueno sino que por lo malo, de quienes la humildad y paciencia están lejos, amando cosas que son vanas, buscando recompensas, no teniendo compasión del necesitado, no trabajando por el que está en problemas, no conociendo al que los hizo, asesinos de niños, corruptores de la imagen de Dios, quienes se alejan de los necesitados y los oprimen más en sus problemas, jueces injustos de los pobres, errando en todas las cosas. De todo esto, hijos, sean librados.

CAPITULO 6

6:1 Ve que nadie te impulse a errar de este camino de la doctrina, porque te aparta de Dios.

6:2 Si tú eres capaz de soportar el yunque del Señor, serás perfecto; pero si no eres capaz, haz lo que seas capaz.

6:3 Referente a la comida, soporta lo que seas capaz, pero ten cuidado con las cosas ofrecidas como sacrificios a los ídolos, porque es el servicio de dioses infernales.

CAPITULO 7

7:1 Y referente al bautismo, bautiza de este modo: habiendo recitado estos preceptos, bautiza en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, en agua viva;

7:2 Pero si no tienes agua corriendo, bautiza en otra agua, y si no puedes bautizar en agua fría, hazlo con agua tibia;

7:3 Pero si no tienes ninguna, echa agua tres veces sobre la cabeza, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

7:4 Y antes del bautismo, el bautizado y el que bautiza debe ayunar previamente, y todos los que puedan. Tu le ordenarás al que esta bautizando que ayune uno o dos días antes.

CAPITULO 8

8:1 Pero no hagas que tu ayuno sea con los hipócritas, porque ellos ayunan en el segundo y quinto día de la semana. Mas bien, ayuna en el cuarto y sexto día.

8:2 No ores como los hipócritas, sino como el Señor lo ha ordenado en Su evangelio, ora así: Padre Nuestro que estás en los Cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros Tu reino, hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Tuya es la gloria y el poder por siempre.

8:3 Tres veces al día reza de esta manera.

CAPITULO 9

9:1 Referente a la Eucaristía, da gracias de esta manera.

9:2 Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David Tu siervo, la que nos diste a conocer a nosotros por medio de Jesús, Tu siervo. A Ti la gloria por los siglos.

9:3 Luego sobre el trozo de pan: Te damos gracias, Padre nuestro,  por la vida y el conocimiento, que nos diste a conocer por medio de Jesús Tu siervo. A Ti la gloria por los siglos.

9:4 Como este fragmento estaba disperso sobre los montes, y reunido se hizo uno, así sea reunida Tu Iglesia de los confines de la tierra en Tu reino.  Porque Tuya es la gloria y el poder, por Jesucristo, por siempre.

9:5 Que nadie coma ni beba de vuestra comida de acción de gracias, sino los bautizados en el nombre del Señor, pues sobre esto dijo el Señor: No deis lo que es santo a los perros.

CAPITULO 10

10:1 Después de saciaros, da gracias así:

10:2  Te damos gracias, Padre santo, por Tu santo nombre que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento, la  fe y la inmortalidad que nos has dado a conocer por medio de Jesús, Tu Hijo, para El sea la gloria por siempre.

10:3 Tú, Señor omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu  nombre, y diste a los hombres alimento y bebida para su disfrute,  para que te dieran gracias. Mas a nosotros nos hiciste el don de un  alimento y una bebida espiritual y de la vida eterna por medio de tu  Hijo.

10:4 Por sobre todo, te agradecemos que nos puedas salvar; para El sea la gloria por siempre.

10:5 Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de todo mal y hacerla  perfecta en tu caridad, y congrégala desde los cuatro vientos, santificada, en Tu reino que le has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.

10:6 Has que venga la gracia, y deja que pase este mundo. Hosana al Hijo de David. Si alguien es santo déjalo venir a la Eucaristía; si no lo es, déjalo que se arrepienta. Amén.

10:7 A los profetas, dejadles dar gracias cuanto quieran.

CAPITULO 11

11:1 Quienquiera que, entonces, venga y te enseñe todas las cosas que se han dicho antes, recíbelo.

11:2 Pero si el mismo maestro, extraviado, os enseña otra doctrina para vuestra disgregación, no le prestéis oído;  si, en cambio, os enseña  para aumentar vuestra justicia y conocimiento del Señor, recibidle como al mismo Señor.

11:3 Concerniente a los apóstoles y profetas, actúa de acuerdo a la doctrina del Evangelio.

11:4 Deja que cada apóstol que viene a ti sea recibido como al Señor.

11:5 El se quedará un día, y si es necesario, dos, pero si se queda por tres días, él es un falso profeta.

11:6 Cuando el apóstol se vaya no tome nada consigo si no  es pan hasta su nuevo alojamiento. Si pide dinero, es un falso profeta.

11:7 Y no atentarás o discutirás con ningún profeta que hable en el Espíritu, porque todos los pecados serán perdonados, pero este pecado no será perdonado.  11:8 Con todo, no todo el que habla en espíritu es profeta, sino el que tiene el modo de vida del Señor.  En efecto, por el modo de vida se distinguirá el verdadero profeta del falso.

11:9 Y cada profeta que ordene en el Espíritu que se tienda la mesa, no deberá comer de ella él mismo, si lo hace, es un falso profeta;

11:10 y cada profeta que enseñe la verdad, si no la practica, es un falso profeta;

11:11 y cada profeta, probado como verdadero, y trabajando en el misterio visible de la Iglesia, pero que no enseña a otros a hacer lo que el hace, no debe ser juzgado por ti, porque tiene su juicio con Dios, porque así hicieron los profetas del pasado.

11:12 Pero al que dice en espíritu: Dame dinero, o cualquier otra cosa, no le prestéis oído. En cambio si dice que se dé a otros necesitados, nadie lo juzgue.

CAPITULO 12

12:1  Todo el que viniere en nombre del Señor, recibidle. Luego examinándole le conoceréis por su derecha y por su izquierda, pues tenéis discernimiento, conocimiento de lo bueno y de lo malo

12:2 Si la persona que viene es un peregrino, asístelo en lo que puedas, pero no se debe quedar contigo por más de dos o tres días, al menos haya una necesidad.  12:3 Si quiere quedarse entre vosotros, teniendo un oficio, que trabaje para su sustento.

12:4 Si no tiene oficio, proveed  según prudencia, de modo que no viva entre vosotros cristiano alguno ocioso.

12:5 Si no quiere aceptar esto, se trata de un traficante de un traficante de Cristo. De ésos mantente lejos.

CAPITULO 13

13:1 Todo auténtico profeta que quiera morar de asiento entre vosotros es digno de su sustento.

13:2 Igualmente, todo auténtico maestro merece también, como el trabajador, su sustento.

13:3 Por tanto, tomarás siempre las primicias de los frutos del lagar y de la era, de los bueyes y de las ovejas, y las darás como primicias a los profetas, pues ellos son vuestros sumos sacerdotes.

13:4 Pero si no hay profetas, dalo a los pobres.

13:5 Si haces pan, toma las primicias y dalas conforme al mandato.

13:6  Si abres una jarra de vino o de aceite, toma las primicias y dalas a los profetas.

13:7 De tu dinero, de tu vestido y de todas tus posesiones, toma las primicias, según te pareciere, y dalas conforme al mandato.

CAPITULO 14

14:1 En el día del Señor reunios y romped el pan y haced la Eucaristía, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro.

14:2 Todo el que tenga disensión con su compañero, no se junte con vosotros hasta que no se hayan reconciliado, para que no sea profanado vuestro sacrificio.

14:3 Este es el sacrificio del que dijo el Señor: “En todo lugar y tiempo se me ofrece un sacrificio puro: porque yo soy el gran Rey, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones”


CAPÍTULO 15

15:1 Elegíos obispos y diáconos dignos del Señor.  hombres mansos, no amantes del dinero, sinceros y probados; porque también ellos os sirven a vosotros en el ministerio de los profetas y maestros.

15:2 No los despreciéis, ya que tienen entre vosotros el mismo honor que los profetas y maestros

15:3 Repréndanse unos a otros, no con ira sino pacíficamente, como lo manda el Evangelio; y, no dejes que nadie hable a nadie que actúe desordenadamente referente al prójimo, ni le dejes escuchar de ti hasta que se arrepienta.

15:4  Que tus oraciones y alma y todas tus obras hagan como lo manda el Evangelio de nuestro Señor.

CAPITULO 16

16:1 Vigilad sobre vuestra vida. No se apaguen vuestras linternas, y no dejen de estar ceñidos vuestros lomos, sino estad preparados, pues no sabéis la hora en que vendrá nuestro Señor.

16:2 Reunios con frecuencia, buscando lo que conviene a vuestras almas, pues de nada os servirá todo el tiempo en que habéis creído si no consumáis vuestra perfección en el último momento.

16:3 En los últimos días se multiplicarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se convertirán en lobos, y el amor se convertirá en odio.

16:4 En efecto, al crecer la iniquidad, los hombres se odiarán entre si, y se perseguirán y se traicionarán: entonces aparecerá el extraviador del mundo, como hijo de Dios, y hará señales y prodigios, y la tierra será entregada en sus manos, y cometerá iniquidades como no se han cometido desde siglos.

16:5  Entonces la creación de los hombres entrará en la conflagración de la prueba, y muchos se escandalizarán y perecerán. Pero los que perseveren en su fe serán salvados por el mismo que había sido maldecido.

16:6 Entonces aparecerán las señales auténticas: en primer lugar el signo de la abertura del cielo, luego el del sonido de trompeta, en tercer lugar,  la resurrección de los muertos.

16:7 Como  está dicho: “Vendrá el Señor y todos los santos con El (Zac 14, 5).

16:8 Entonces el mundo verá al Señor viniendo de entre las nubes del cielo

CARTA AL SECRETARIO DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL COLOMBIANA

A continuación la carta que envié el día de hoy al secretario General de la conferencia episcopal pidiendo explicación a unas acusaciones que él hace y que más que tranquilizarme, sembraron desconcierto en mi corazón.


Bogotá, 16 de febrero de 2016


Señores
CONFERENCIA EPISCOPAL COLOMBIANA
Atención Monseñor José Daniel Falla
Secretario
Ciudad

Buenas tardes, señor Obispo:

Lo primero sea informarle que soy católico raso, no tengo ningún título, ni ningún cargo dentro de la Iglesia Católica, simplemente soy una oveja del rebaño fiel.  El motivo de esta comunicación es porque estoy muy extrañado y preocupado por la manera como usted, en apoyo al recientemente despedido gerente de Teleamiga,  rechaza “de manera enfática” las afirmaciones que han hecho, en dicho canal, los doctores José Galat y Rafael Arango, en contra de... insinuando que estas son contrarias a la doctrina católica.

Como yo, sí, he oído todas las declaraciones de estos doctores y no veo error alguno en ellas, me gustaría que usted me señalara, al menos uno, así yo podría evitar los peligros a que estos doctores me están llevando en la búsqueda de la salvación de mi alma, es lo menos que espero de usted como pastor de mi Iglesia,

Por otro lado quisiera comentar que, el Papa Francisco ha hecho toda clase de afirmaciones sobre todos los temas habidos y por haber, creo que ha tocado todas las áreas de la religión, he leído decenas de artículos en los que contrastan sus afirmaciones frente a lo que la Iglesia ha enseñado durante los 2013 años anteriores a su papado y francamente más que el Papa encargado de custodiar la fe, pareciera que es el Papa a que hace alusión San Francisco de Asís, cuando en una profecía dice que para estas calendas tendremos uno que será "el destructor de la Iglesia".

Las verdades de nuestra Fe, Señor Obispo, no son mutables, parece que el Papa, así como muchos otros en la curia, no hubieran oído hablar de conceptos básicos, pero fundamentales para entender las cosas de Dios, como por ejemplo, el tiempo único de Dios, la eternidad, la inmutabilidad de Dios, y despojándolo de toda su majestad, lo equiparan con una pobre criatura, como nosotros, para que se revise y se reinvente, o como si fuera un vulgar empresario japonés hacer reingeniería de sus afirmaciones y de sus procesos.

Pero además, el Papa es el guardián de la fe, no el reformador de la misma.  Comedidamente le solicito a usted como mi pastor, me aclare por qué el Papa está diciendo todas estas herejías y pisoteando todas las cosas que me enseñaron: en mi casa, mis papás católicos; o en el colegio donde hice la primera comunión, los padres agustinos; o donde hice mis estudios universitarios, los padres jesuitas; o, ahora en la televisión, los doctores Arango y Galat.  Todos ellos dentro de la más clara ortodoxia de la fe.

Le pido, expresamente, que deje de señalar en abstracto, y, diga en concreto donde están las faltas a la verdad de estos predicadores, pues con todo el respeto que me merece usted y su investidura, me parece que ese es el trabajo del pastor, proteger a las ovejas del lobo. Y si Arango y Galat son los lobos vestidos de ovejas, señálelo.

Es claro que nos debemos completamente, en fidelidad y obediencia, a Nuestro Señor Jesucristo y a la Santa Iglesia Católica, pero también que nuestras lealtades son con Él y con ella, con los Diáconos, Presbiterios, y Obispos, únicamente en la medida en que se correspondan con lo que Dios quiere de nosotros, y lo que nos ha enseñado, y únicamente en cuanto a eso, pues nuestra fe es en Dios, no en los hombres,

Me da pena con usted señalárselo, desde el puesto tan abajo que ocupo dentro de la Iglesia Católica, pero la oscuridad está saliendo de las propias jerarquías de la Iglesia, lo invito a que sea usted quien encienda la luz y nos comience a predicar con los evangelios, y el catecismo, que es donde encontramos las verdades con las cuales nos podremos justificar.

¿Qué hacemos, escuchamos a Francisco o escuchamos a San Pablo? este último decía que a quien cambie una coma de la sagrada escritura es un anatema y a él no se le debe escuchar.  O será que esto también será punto de contradicción.

Quedo atento a sus comentarios y explicaciones, pues sin duda serán de mucha luz para mí y para mis amistades.  No está demás solicitarle mucha misericordia con su respuesta, la que, dicho sea de paso, el papa no ha tenido con quienes están dentro de la línea más ortodoxa de la Iglesia.

Que Dios lo bendiga y la santísima Virgen María lo cubra con su manto.

MIGUEL AGUILERA NEIRA
Laico católico

JUICIO FINAL

APOCALIPSIS CAPÍTULO XX «Y vi descender del cielo un ángel que tenía la llave del abismo, y una grande cadena en su mano, y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás: y le ató por mil años. Y lo metió en el abismo, y lo encerró, y puso sello sobre él, para que no engañe más a las gentes, hasta que sean cumplidos los mil años; y después de esto conviene, que sea desatado por un poco de tiempo. Y vi sillas, y se sentaron sobre ellas, y les fue dado juicio: y las almas de los degollados por el testimonio de Jesús, y por la palabra de Dios, y los que no adoraron la bestia, ni a su imagen, ni recibieron su marca en sus frentes, o en sus manos, y vivieron, y reinaron con Cristo mil años. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección: en estos no tiene poder la segunda muerte: antes serán sacerdotes de Dios, y de Cristo, y reinarán con él mil años. Y cuando fueren acabados los mil años será desatado Satanás.

SÚPLICA A NUESTRA SEÑORA (tomada de Reynaldo: la Limosna/ radio cristandad


Buscando cuál es la misericordia que agrada a Dios, me encontré con esta oración, que me parece es un hermoso resumen de los evangelios en REYNALDO: LA LIMOSNA | RADIO CRISTIANDAD

Madre, Reina y Señora nuestra, modelo de caridad fraternal, que Te olvidaste de Ti Misma, de Tu propia gestación, de Tu propia necesidad de tiempo para preparar el ajuar de Tu Divino Hijo al que pocos meses después habrías de dar a luz… y corriste veloz junto a Tu anciana prima, Santa Isabel, para servirla y ayudarla en otro lo que había menester.  Enséñanos, pues, a mirar siempre hacia el lado, hacia el que nos necesita (aunque no lo diga).

Dinos cómo subir la montaña y poner bajo nuestros pies nuestros intereses egoístas, nuestros caprichos, nuestros deseos personales.

Enséñanos, como hiciste Tú, a no esperar a que nos llamen, sino a adelantarnos y acudir al lugar o a la persona que precisa de nuestra ayuda, de nuestra provisión, de nuestro consejo, de nuestra alegría.

Además, ayúdanos a llevar esas obras de amor hasta el final… ¡Que no las dejemos inconclusas!  Tú estuviste en casa de tu prima “tres meses” –es decir, hasta terminar la obra que habías comenzado.

Madre, enséñanos a darnos cuenta de dónde y cuándo falta el vino espiritual en alguna persona o en algún hogar… como Tú te percataste en Caná de que faltaba el vino material y recurriste a Jesús para que llenaras las vasijas vacías.

Madre y Maestra nuestra, Encanto de nuestros ojos, Bálsamo Celestial para nuestro corazón, Panal de Miel que endulza nuestra vida y transforma nuestras pruebas y dolores en bendición, queremos vivir una Cuaresma fructífera, queremos salir de la Cuaresma renovados espiritualmente, transformados, reflejando Tu hermosura en cada acto de nuestra vida…. Y entonces, el Viernes Santo, junto a Ti al Pie de la Cruz podremos ofrecer a Jesús estas gavillas como un sacrificio de alabanza por Su entrega total y Su compañía constante.

Envuélvenos en Tu Manto para que no se vea nuestra desnudez espiritual... Perfúmanos con Tus aromas divinos para que el hedor de nuestros pecados no perturbe el Olfato de la Deidad… y sobre todo, Madrecita nuestra, sujeta nuestras manos entre las Tuyas para que nunca nos apartemos de Ti. Amén.


Isaías, 58  1.      Clama a voz en grito, no te moderes; levanta tu voz como cuerno y denuncia a mi pueblo su rebeldía y a la casa de Jacob sus pecados.  2. A mí me buscan día a día y les agrada conocer mis caminos, como si fueran gente que la virtud practica y el rito de su Dios no hubiesen abandonado. Me preguntan por las leyes justas, la vecindad de su Dios les agrada.  3.- ¿Por qué ayunamos, si tú no lo ves? ¿Para qué nos humillamos, si tú no lo sabes? - Es que el día en que ayunabais, buscabais vuestro negocio y explotabais a todos vuestros trabajadores.  4. Es que ayunáis para litigio y pleito y para dar de puñetazos a malvados. No ayunéis como hoy, para hacer oír en las alturas vuestra voz.  5. ¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero el día en que se humilla el hombre? ¿Había que doblegar como junco la cabeza, en sayal y ceniza estarse echado? ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahveh?  6. ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo?  7. ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes?  8. Entonces brotará tu luz como la aurora, y tu herida se curará rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria de Yahveh te seguirá.  9. Entonces clamarás, y Yahveh te responderá, pedirás socorro, y dirá: «Aquí estoy.» Si apartas de ti todo yugo, no apuntas con el dedo y no hablas maldad,  10.  repartes al hambriento tu pan, y al alma afligida dejas saciada, resplandecerá en las tinieblas tu luz, y lo oscuro de ti será como mediodía.  11. Te guiará Yahveh de continuo, hartará en los sequedales tu alma, dará vigor a tus huesos, y serás como huerto regado, o como manantial cuyas aguas nunca faltan.  12. Reedificarán, de ti, tus ruinas antiguas, levantarás los cimientos de pasadas generaciones, se te llamará Reparador de brechas, y Restaurador de senderos frecuentados.  13. Si apartas del sábado tu pie, de hacer tu negocio en el día santo, y llamas al sábado «Delicia», al día santo de Yahveh «Honorable», y lo honras evitando tus viajes, no buscando tu interés ni tratando asuntos,  14. entonces te deleitarás en Yahveh, y yo te haré cabalgar sobre los altozanos de la tierra. Te alimentaré con la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Yahveh ha hablado.


LOS DOCTORES DE LA IGLESIA

A pesar de que no se trata de hacer un ranking de santidad o de ciencia, la clasificación de algunos de las personas de nuestra Iglesia católica según su valía para la misma Iglesia sirve para tener referencias de su excelencia, en cuanto a la doctrina y su fe, pues de ahí provienen enseñanzas que por regla general carecen de error y que debemos tener en cuenta, para poder hacer lecturas buenas, sobre todo en esta época en que las jerarquías nos están pervirtiendo con tanta enseñanza corrompida, pues sin entrar a profundizar en ello todavía esta es una época en que hay, suelto por ahí, mucho lobo con piel de oveja.

El primer lugar encontramos el grupo de los Santos Padres, que es ese conjunto de pastores, escritores y Obispos de los primeros siglos del cristianismo, que compusieron la doctrina que es considerada fundamento de la fe y de la ortodoxia en la Iglesia católica.

El segundo grupo, es el de los padres apostólicos, que son los que tuvieron cercanía inmediata con los apóstoles, son algunos de los presbíteros y diáconos que vivieron en los siglos I y II de nuestra era, sus comunicaciones son cartas, documentos y recomendaciones dirigidas a las comunidades que pastoreaban y su objetivo era responder a cuestiones de contenido moral antes que doctrinal, por ello el estilo de estas comunicaciones es sencillo y directo.

El tercer grupo que encontramos es el de los apologistas cristianos, aparecen a partir del siglo III, viven en la época de la persecución y su característica principal es la defensa que hacían del cristianismo frente a los gentiles y doctrinas que aparecían en su época, se fundamentaron en las Sagradas Escrituras, así como en la Liturgia y Tradición mantenida en cada una de las Iglesias particulares.

El cuarto grupo, es el de los doctores de la Iglesia, este se estableció o se instauró para destacar a un pensador de importancia ajeno a la época patrística, para reforzar la autoridad de algunos padres.  El título de doctor se aplica en mayor extensión a santos que no fueron padres, y solamente a algunos padres que fueron muy destacados en lo magisterial   

Doctor de la Iglesia es un título otorgado por el Papa o un concilio ecuménico a ciertos santos en razón de su erudición y en reconocimiento como eminentes maestros de la fe  

La Iglesia Católica ha declarado que en los dos mil años de su historia solamente 35 personas por sus elevadas condiciones personales de erudición,  sean puntos de referencia, para las jerarquías, los doctos e  intelectuales, así como para nosotros los fieles de a pie nombrándolos doctores de la Iglesia.  Ahora último Francisco Proclamo un último doctor de la Iglesia para llegar así a 36. 

En la Iglesia primitiva se les expidió el título a los primeros doctores de manera espontánea, a cuatro griegos: san Atanasio de Alejandría, San Basilio el Grande, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo; y a cuatro Latinos que fueron: San Ambrosio de Milán, San Agustín de Hipona, San Jerónimo de Estridón y san Gregorio Magno.  (Ver catequesis de Benedicto XVI 
http://www.rodin.org.mx/patrologia/par/bxvi.html ).

El nombramiento de una persona como doctor de la Iglesia no es poca cosa, pues la criba por la cual lo pasan es sumamente exigente, el primer estudio que se hace es de la santidad de la persona, así las cosas, lo primero que hay que declarar es su santidad, es decir se estudia y declara que vivió de manera heroica las virtudes cristianas;  luego, se revisa la ortodoxia en la fe, es decir la manera cómo vivió y enseñó y predicó, la concordancia de su vida con la revelación de Dios, con las enseñanzas de la santa madre Iglesia, con la doctrina, con el magisterio y con las enseñanzas de los Papas legítimos; el siguiente análisis se hace sobre la eminencia en la doctrina, pero lo que se examina es la manera intachable y perfecta en que se dedicó al estudio y difusión de la doctrina católica; y por último, el cuarto filtro tiene que ver con el influjo benéfico en las almas, es decir en la manera como sus enseñanzas y su vida acercan almas a Nuestro Señor Jesucristo.

Este análisis por supuesto que está lejos de la declaración ex cathedra de un dogma, pero está bien cercano de certificar como muy seguro, en grado superlativo, creo yo, el estudio de las doctrinas y tesis del doctor de la Iglesia.  Los 35 doctores de la Iglesia Universal, seguramente no sean ni los más doctos, ni los más santos en la historia del cristianismo, pero si son los únicos que cumplen con los cuatro requisitos a la vez, y vuelvo y los repito: santidad declarada, ortodoxia en la fe, eminencia en la doctrina e influjo benéfico en las almas.

 ¿Cómo es el trámite de la proclamación?  Respecto de los dos primeros requisitos: declaración de santidad y ortodoxia en la fe, sabemos que miles de personas cumplen con estos requisitos, pues gracias a Dios, la verdad del Espíritu Santo ha iluminado a la Iglesia Católica durante la mayor parte de su historia, y afortunadamente son menores los momentos de oscuridad y desatino en los que satanás ha logrado infiltrar su cola serpentina dentro de nuestra fe, desafortunadamente parece que este es uno de esos.

El tercer requisito y cuarto requisitos son ya específicos del club de los doctores de la Iglesia: la Eminencia de la doctrina y el influjo benéfico.  Acá encontramos ejemplos de santos como Tomás de Aquino o Alberto Magno, de gran espesor y profundidad académica e intelectual, o por el contrario, Santos como Catalina de Siena, Bernardo de Claraval o Teresa de Lisieux que llegan directamente al corazón de las personas y el influjo benéfico de ellos que tiene que ver con las almas que llevaron a la conversión o bien a las convertidas que empujaron a la santidad.

Determinado el candidato se presenta la propuesta para primer estudio por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe y después para estudio de la Congregación para las causas de los Santos, si el dictamen de las dos congregaciones es positivo se hace la petición formal al Papa.  A pesar de que el Papa puede proclamar doctores por iniciativa propia normalmente prefiere seguir el trámite  e intervenir al final del mismo con el elemento decisivo: la proclamación pública destinada a la Iglesia universal.

Los doctores de la Iglesia son honrados con una liturgia especial en la misa oficiada en su honor. Esto excluye del nombramiento como doctor a los mártires, puesto que el oficio de la misa se reserva tradicionalmente para honrar a los confesores. El introito de la misa se adopta del de Juan, Apóstol y Evangelista; adicionalmente, el oficio incluye la lectura del Credo, y la antífona del Magnificat reza O doctor optime ("oh, excelentísimo doctor"). Estos dos últimos son los rasgos característicos del oficio doctoral, pues en la fiesta de algunos santos —en particular Juan Damasceno, pero también Atanasio, Basilio y Cirilo de Jerusalén— se ofician misas especiales.

Son los doctores de la Iglesia:

1.  San Agustín (354-430). Obispo de Hipona.  Uno de los cuatro doctores originales       de la Iglesia Latina. "Doctor de la Gracia". Aclamado doctor el 20 de septiembre de 1295 por el Papa Bonifacio XIII
2.  San Ambrosio: (340-397). Uno de los cuatro tradicionales Doctores de la Iglesia latina. Combatió el arrianismo en Occidente. Obispo de Milán y mentor de San Agustín. Aclamado doctor el 20 de septiembre de 1295 por Bonifacio VIII.
3.  Papa San Gregorio I Magno (540-604). Papa. Cuarto y último de los cuatro Doctores originales de la Iglesia Latina. Defendió la primacía papal y trabajó por la reforma del clero y la vida monástica. Aclamado doctor el 20 de septiembre de 1295 por Bonifacio VIII.
4.  San Jerónimo de Estridón (343-420). Uno de los cuatro Doctores originales de la Iglesia Latina. Padre de las ciencias bíblicas y traductor de la Biblia al latín.  Aclamado doctor el 20 de septiembre de 1295 por Bonifacio XIII.
5.  Santo Tomás de Aquino. (1225-74). Filósofo dominico y teólogo. Llamado "Doctor Angélico". Autor de la Suma Teológica, obra insigne de teología. Patrón de las escuelas Aclamado doctor el 11 de abril de 1567 por Pío V.
6.  San Atanasio (296-373). Obispo de Alejandría (Egipto). Principal opositor al arrianismo. Padre de la Ortodoxia. Doctor en el año 1568 por Pío V.
7.  San Basilio el Grande (329-379). Uno de los tres Padres capadocios. Padre del monacato oriental. Doctor en 1568 por San Pío V.
8.  San Gregorio Nacianceno. (330-390). Llamado el Demóstenes cristiano por su elocuencia y, en la Iglesia Oriental, "El Teólogo". Uno de los tres Padres Capadocios. Doctor en 1568 por Pío V.
9.  San Buenaventura  de Fidanza (1217-1274). Teólogo franciscano. "Doctor Seráfico".  Doctor el 14 de marzo de 1588 por Sixto V.
10.  San Anselmo (1033-1109). Arzobispo de Canterbury. Padre del escolasticismo.  Doctor el 3 de febrero de 1720 por Clemente XI.
11.  San Isidoro de Sevilla (560-636). Arzobispo, teólogo, historiador. Reconocido como el hombre más sabio de su época. Doctor el 25 de abril de 1722 por Inocencio XIII.
12.  San Pedro Crisólogo (400-50). Obispo de Rávena. Llamado "Palabra de Oro". Doctor el 10 de febrero de 1729 por Benedicto XIII.
13. Papa San León I Magno (400-46l). Papa. Escribió contra las herejías del nestorianismo, el monofisismo, el maniqueísmo y el pelagianismo. Doctor el 15 de octubre de 1754 por Benedicto XIV.
14. San Pedro Damián (1007-72). Benedictino. Reformador eclesiástico y clerical. Doctor el 27 de septiembre de 1828 por León XII.
15. San Bernardo de Claraval (Clairvaux) (1090-1153). Cisterciense. Llamado "Mellifluous Doctor" por su elocuencia. Aclamado doctor el 20 de agosto de 1830 por Pío VIII.
16.   Hilario de Poitiers (315-368). Obispo. Llamado el Atanasio de Occidente. Doctor el 13 de mayo de 1851 por Pío IX.
17.  San Alfonso María de Ligorio (1696-1787). Patrón de confesores y moralistas. Fundador de los redentoristas.  Doctor el 7 de julio de 1871 por Pío IX.
18.  San Francisco de Sales (1567-1622). Obispo y líder de la contrarreforma. Patrón de los escritores y la prensa católica. Doctor el 16 de noviembre de 1871 por Pío IX.
19. San Cirilo de Alejandría (376-444). Patriarca. Combatió el nestorianismo. Hizo contribuciones claves a la cristología. Doctor el 28 de julio de 1882 por León XIII.
20. San Juan Damasceno (675-749). Teólogo griego. Doctor el 19 de agosto de 1890 por León XIII.
21. San Beda el Venerable (673-735). Sacerdote benedictino. Padre de la historia inglesa. Doctor el 13 de noviembre de 1899 por León XIII.
22. San Efrén de Siria (306-373). Exégeta de la Biblia y escritor eclesiástico. Llamado "el arpa del Espíritu Santo” .Doctor el 5 de octubre de 1920 por Benedicto XV.
23.  San Pedro Canisio. (1521-97). Teólogo jesuita. Líder de la contrarreforma. Doctor el 21 de mayo de 1925 por Pío XI.
24.   San Juan de la Cruz. (1542-1591). Cofundador de los carmelitas descalzos. Doctor en teología mística el 24 de agosto de 1926 por Pío XI.
25.   San Alberto Magno (1200-1280). Dominico. Patrón de las ciencias naturales; llamado "Doctor Universallis" "Doctor Expertus". Doctor desde el 16 diciembre de 1931 por Pío XI.
26.    San Roberto Belarmino (1542-1621). Jesuita. Defensor de la doctrina durante y después de la Reforma Protestante. Escribió dos catecismos. Doctor el 17 de septiembre 17 de 1931 por Pío XI.
27.  San Antonio de Padua  (1195-1231). Fraile franciscano. Doctor Evangélico. Aclamado doctor el 16 de enero de 1946 por Pío XII.
28.    San Lorenzo de Brindisi (1559-1619). Vigoroso predicador de gran influencia en el período post Reforma. Doctor el 19 de marzo de 1959 por Juan XXIII.
29.  Santa Teresa de Ávila. (1515-82). Española, fundadora de las carmelitas descalzas, mística. Primera mujer Doctora de la Iglesia desde el 27 de septiembre de 1970 por Pablo VI.
30.   Santa Teresa de Lisieux. (1873-1897) Religiosa francesa carmelita. Autora de "La Historia de un Alma". Doctora el 19 de octubre de 1997 por Juan Pablo II.
31.    San Juan de Ávila (1500-1569)  Patrón del clero español y
32.  Santa Catalina de Siena. (1347-1380). Mística. Segunda mujer doctora de la Iglesia.  Doctora el 4 de octubre de 1970 por Pablo VI.
33. San Cirilo de Jerusalén (315-387). Obispo opositor del arrianismo en Oriente. Doctor el 28 de julio de 1882 por León XIII.
34. San Juan Crisóstomo (347-407). Obispo de Constantinopla. Patrón de los predicadores. Llamado "boca de oro" por su gran elocuencia. Aclamado doctor en 1568 por Pío V.
35.  Santa Hildegarda de Bingen   (1098-1179) Benedictina - Abadesa ambos aclamados doctores en octubre del 2012 por el papa Benedicto XVI los primeros del XXI.
36.  San Gregorio de Narek, doctor armenio (945) aclamado doctor por el Papa actual, en el 2015

Actualmente están en estudio algunos candidatos a acceder al título de doctor de la Iglesia, porque así han sido propuestos por algunas órdenes religiosas y son junto con la Madre Laura Montoya, los siguientes candidatos:
Luis María Grignion de Montfort. Vicente de Paúl, Tomás de Villanueva, Ignacio de Loyola, Juan Bosco, Antonino de Florencia. Bernardino de Siena, Lorenzo Giustiniani, Cirilo y Metodio, Maximiliano María Kolbe, Brígida de Suecia, Margarita María Alacoque, Verónica Giuliani, Gertrudis de Helfta, Juliana de Norwich, María Faustina Kowalska