ORACIÓN: cómo debo hacerla

En cuanto a la mecánica de la oración, es decir a la manera cómo llevamos nuestra oración me permito hacer algunas consideraciones:

La primera, es que cualquier oración se puede hacer con oraciones propias o ajenas.  A mí en lo personal, me llama más la atención hacerla con palabras propias, porque al hacerla así establecemos una comunicación personal y directa con el Señor, en tanto que si nos dedicamos a repetir oraciones de otras personas, terminamos es rezando, repitiendo, leyendo y se dificulta mucho más establecer la conexión con el Señor.

La segunda, debemos distinguir entre la oración personal y la oración comunitaria, en la primera atiendo a la manera y a las formas en que yo me comunico con Dios, se compone de mis reflexiones personales, las palabras y los dichos y las formas que yo uso para entrar en intimidad con mi Señor, en tanto que cuando oro en público oración comunitaria debo utilizar palabras y formas neutras, es una falta de respeto con quienes esté orando que los obligue a orar de la manera en que a mí me gusta, salvo que se trate de enseñar o mostrar cómo hacerlo. En este evento debo orar de la manera más neutral posible.

La tercera, tendría que ver con las intenciones de la oración, en ella en general doy gracias a Dios por la Creación, por la redención y pidiendo misericordia para el día de mi juicio final.  Pero también pido las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad, pues ellas dependen exclusivamente de Dios, Él las da cuando quiere y en el grado que quiere.

La cuarta y última, sería el amén, él es el compendio y resumen de toda la oración. Si se pronuncia sin atención se echa a perder todo lo que se expresó durante toda la oración.  La oración es un llamado a Dios, nos une con Dios, y nos atrae su misericordia, con la palabra Amén bien dicha recibimos el don de Dios agradecidos. Es el así sea, es pedir a Dios, elevar a Dios y poner en manos de Dios.  Amén es qué así sea, qué sea como tú dices, Señor.

En cuanto a la forma propiamente tal, la Iglesia ha enseñado siempre sobre la manera correcta cómo se debe orar, es la siguiente:

Al empezar la oración lo primero que debo hacer es saludar a Dios, Me signo, persigno y signo, son cinco cruces, una por cada una de las llagas de Nuestro Señor Jesucristo: la primera, en la frente, para pedir por la pureza de mis pensamientos; la segunda en la boca, para pedir que mis palabras sean solamente de bendición; y, la tercera en el pecho pidiendo por la pureza de mi corazón.

Luego invoco a Dios, Dios mío ven en mi auxilio, Señor date prisa en socorrerme y ahí sí con toda la humildad de que pueda hacer gala, lo saludo diciendo: "buenos días Señor, soy Miguel y vengo a saludarte", pues a pesar de que es Dios y todo lo sabe no me gusta asumir que tenga por qué saber quién soy yo, por eso los saludo identificándome.

Y agradezco la Creación, que nos haya sacado de la nada, gratuitamente, porque nada lo obliga y que, además, me mantenga vivo y sé, y así lo reconozco, que lo hace porque quiere, porque yo no tengo ningún mérito ni merecimiento para tener ese privilegio.  Dos regalos nos da Dios que son irrevocables: la existencia y la libertad, ninguno de los dos se revoca, es un error creer que las almas que no siguen o aceptan sus enseñanzas y que no ganan el cielo se difuminen, como se está enseñando ahora.  Las almas que no aceptan a Dios, con la libertad que el mismo nos da, se van al infierno.

En la humildad está la clave de la vida del cristiano, sabemos que Dios aborrece a los soberbios y así consta en Santiago 4:6 "Pero mayor es la gracia que da; por eso dice: Dios resiste a los soberbios y a los humildes da la gracia". Y en 1 Pedro 5:5 De la misma forma vosotros, los jóvenes, estad sujetos a los presbíteros (mayores). Y todos, revestíos de humildad en vuestro trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios y a los humildes da la gracia. Y en Isaías 2:12 Porque el día del Señor de los ejércitos {vendrá} contra todo el que es soberbio y altivo, contra todo el que se ha ensalzado, y será abatido. Isaías 23:9 El SEÑOR de los ejércitos lo ha planeado para abatir el orgullo de toda hermosura, para humillar a todos los nobles de la tierra.

Después viene un momento de adoración, glorificación y alabanza, como muchas veces no sabemos muy bien cómo hacerlo, se sugiere tomar la Biblia, en ella hay varios ejemplos de cómo debe hacerse esto, es un momento clave, en la alabanza casi siempre se da la sanación y la liberación, pues el demonio suele no poder soportarla y termina desesperándose y abandonando a su víctima.

Algunos ejemplos bíblicos, un Ángel del Señor se apareció a los pastores, y les dijo que hoy había nacido el Salvador, que es el Cristo, el Señor. Y según nos narra el evangelio de San Lucas 2, 13 “De pronto apareció junto al ángel una muchedumbre de la milicia celestial, que alababa a Dios diciendo: <<Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres en los que Él se complace>>”, en el Apocalipsis hay otro ejemplo en el capítulo 4,8 nos dice que están los cuatro ángeles y “sin descanso día y noche dicen: <<Santo, santo, santo es el Señor, el Dios Todopoderoso, el que era, el que es el que va a venir>>” y luego en 4,11 “ eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque Tu creaste todas las cosas y por tu voluntad existían y fueron creadas” y en 4,9 “eres digno de recibir el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste inmolado y con tu sangre compraste para Dios gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los hiciste un reino de sacerdotes para nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra” y adelante en el 4,12 “Digno es el Cordero inmolado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. Y a toda criatura que existe en el cielo y en la tierra, por debajo de la tierra y en el mar, y a todo cuanto existe en ellos les oí decir: <<Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos>>. Y los cuatro seres vivos respondían: <<Amén>>”.

Luego damos gracias a Dios, por lo bueno y por lo aparentemente malo que nos pasa. Porque Salmo 106:1 “¡Aleluya! Dad gracias al SEÑOR, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia”. Y en el Salmo 107:1-3 “Dad gracias al SEÑOR, porque Él es bueno; porque para siempre es su misericordia. Digan los redimidos del SEÑOR, a quienes ha redimido de la mano del adversario, y los ha reunido de las tierras, del oriente y del occidente, del norte y del sur. Y en 1 Tesalonicenses 5:18 “dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús”.

Sabemos que el Señor se glorifica en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todo lo que nos pasa en la vida tiene el propósito de facilitar o propiciar la salvación de nuestra alma, en las situaciones difíciles curiosamente es cuando más lo buscamos, en tanto que, en las situaciones fáciles tendemos a olvidarnos de Él.  Pues damos gracias a Dios de lo bueno y de lo malo, pues todo es un don de Él.

Este es un buen momento de la oración para pedirle al Señor que aplaste nuestra voluntad y nos de su Divina Voluntad, nos permita morir a nosotros mismos y a nuestras pasiones y caprichos para que Él pueda vivir y manifestarse y actuar en nosotros.  Nos entregamos a Él y pedimos que nos llene con su gracia.  Que sea Él quien actúe.

En el siguiente momento pedimos perdón por nuestros errores y pecados porque, Miqueas 7, 18 “¿Qué Dios hay como tú, que perdone la maldad y pase por alto el delito del remanente de su pueblo? No siempre estarás airado, porque tu mayor placer es amar. O el Salmo 86, 5 “Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan” Y Proverbios 28,13 “Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón”.  Este es un buen momento para hacer un breve examen de conciencia, caer en cuenta de todas nuestras maldades, debilidades, faltas y pedir perdón a Dios por todas ellas, tratar de compensar la ecuación, El un Dios tan bueno que solo nos da cosas buenas y nosotros que…  


En este, el penúltimo momento de la oración pedimos a Dios y a mí me gusta, porque tengo dos escenarios el material y el espiritual, pedirle al Señor para cada uno de estos campos, pido en lo espiritual: Fe, Esperanza y Caridad, pero también, le pido como Jacob lo hizo en su oración: el rocío del cielo, los bienes del cielo, que bendiga mi inteligencia, que se haga su voluntad y por último por el reino del cielo, también le pido por cosas materiales, lo que necesito, trabajo, vestido, alimentos, salud, etcétera.

Y por último guardo silencio, me quedo en absoluto silencio esperando la respuesta de Dios, ya hablé yo, ahora es el turno de Él.  La respuesta de Dios llega, inevitablemente llega.  Hay personas que lo escuchan, yo no, pero me habla a través de las circunstancias, una lectura, una palabra que alguien me da, un sacerdote en la homilía, un instrumento de Dios que me habla.

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