CONVERSIÓN | DEL LATÍN CLÁSICO CONVERTO, CONVERSIO: CAMBIAR


CONVERSIÓN

(Etimología.  Del Latín clásico converto, conversio, cambiar). 
Conversión es la vuelta al Padre del que se había alejado por el pecado.  También se aplica a los que descubren y entran en la Iglesia Católica.

Convertirse a Cristo, según dijo Benedicto XVI el viernes Santo de 2007, es hacerse cristiano que quiere decir recibir un corazón de carne, un corazón sensible a la pasión y al sufrimiento de los demás.

La conversión es cambio de vida fruto de un encuentro con Jesucristo que nos lleva a ver la vida centrada en El y ordenada en la moral.  La conversión es una gracia de Dios otorgada por los méritos de la redención de Cristo que murió en la cruz para reconciliarnos con el Padre.  La conversión es esencial para ser discípulos de Cristo y salvarnos.

Ya que todos somos pecadores, todos necesitamos continua conversión.

Enseña Benedicto XVI, 21 febrero, 2007   La conversión no tiene lugar nunca una vez para siempre, sino que es un proceso, un camino interior de toda nuestra vida.  Es un proceso constante de cambio interior y de avance en el conocimiento y en el amor de Cristo.  Es un camino de todos los días, que tiene que abarcar toda la existencia, cada día de nuestra vida.

San Agustín dijo en una ocasión que nuestra vida es un ejercicio único del deseo de acercarnos a Dios, de ser capaces de dejar entrar a Dios en nuestro ser.

 «Toda la vida del cristiano fervoroso –dice– es un santo deseo» de arrancar «de nuestros deseos las raíces de la vanidad» para educar el corazón en el deseo, es decir, en el amor de Dios.  «Dios –dice san Agustín– es todo lo que deseamos» (Cf. «Tract.  In Iohn.», 4).  Y esperamos que realmente comencemos a desear a Dios, y de este modo desear la verdadera vida, el amor mismo y la verdad.

El deseo sincero de Dios nos lleva a rechazar el mal y a realizar el bien.  Esta conversión del corazón es ante todo un don gratuito de Dios, que nos ha creado para sí y en Jesucristo nos ha redimido:  nuestra felicidad consiste en permanecer en Él (Cf. Juan 15, 3).  Por este motivo, Él mismo previene con su gracia nuestro deseo y acompaña nuestros esfuerzos de conversión. 

Pero,
¿qué es en realidad convertirse?  Convertirse quiere decir buscar a Dios, caminar con Dios, seguir dócilmente las enseñanzas de su Hijo, Jesucristo; convertirse no es un esfuerzo para realizarse uno mismo, porque el ser humano no es el arquitecto del propio destino.  Nosotros no nos hemos hecho a nosotros mismos.  Por ello, la autorrealización es una contradicción y es demasiado poco para nosotros.  Tenemos un destino más alto.  Podríamos decir que la conversión consiste precisamente en no considerarse «creadores» de sí mismos, descubriendo de este modo la verdad, porque no somos autores de nosotros mismos.

Conversión consiste en aceptar libremente y con amor que dependemos totalmente de Dios, nuestro verdadero Creador, que dependemos del amor.  Esto no es dependencia, sino libertad.  Convertirse significa, por tanto, no perseguir el éxito personal, que es algo que pasa, sino, abandonando toda seguridad humana, seguir con sencillez y confianza al Señor para que Jesús se convierta para cada uno, como le gustaba decir a la beata Teresa de Calcuta, en «mi todo en todo».  Quien se deja conquistar por él no tiene miedo de perder la propia vida, porque en la Cruz Él nos amó y se entregó por nosotros.  Y precisamente, al perder por amor nuestra vida, la volvemos a encontrar. 

La conversión es la respuesta más eficaz al mal
S.S. Benedicto XVI, 11 de Marzo «Cristo invita a responder al mal ante todo con un serio examen de conciencia y con el compromiso de purificar la propia vida» «En definitiva:  la conversión vence al mal en su raíz, que es el pecado, aunque no siempre pueda evitar sus consecuencias».  «Hacer penitencia y corregir la propia conducta no es simple moralismo, sino el camino más eficaz para mejorarnos tanto a nosotros mismos como a la sociedad» «es mejor encender una cerilla que maldecir la oscuridad».

NO LA DEJES PARA MAÑANA...

San Agustín retaba a los paganos que retrasaban su conversión con semejantes palabras:  ‘Si ya lo has pensado, si ya lo tienes decidido, ¿a qué esperar?  Hoy es el día, ahora mismo; no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy’.  Dejarlo para luego es exponerse a dar marcha atrás; no todos los días estás decidido, no a toda hora estás preparado para este paso.

Pero no daban el paso, por temor a un cambio demasiado brusco; y, al verlos indecisos y afirmando que lo harían cualquier día, arremetía con una lógica de espada filosa:  ‘Si ahora no te animas, ¿por qué dices y crees que lo harás algún día?  No estés tan seguro, te costará más que hoy; quizás no tengas ya deseos del cambio; las fuerzas contrarias volverán a la carga’.  ¿Por qué dices que alguna vez lo harás?, ¿tendrás oportunidad?, ¿seguirás con vida mañana?, ¿te dará Dios la gracia de la conversión?  Teme a Cristo que pasa y no vuelve.

Al demonio le encanta ilusionar a la gente y engañarla con la conversión de mañana; a Dios le gustan las cosas hoy y ahora:  Hoy es el día de la conversión.  “Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón.”

Nuestros padres pueden enseñarnos un invaluable conocimiento espiritual, especialmente si su entendimiento se basa en los principios y caminos de Dios.  Pero sólo nuestro Creador puede darnos el poder para manejar correctamente nuestros pensamientos y actitudes y resistir las tentaciones que nos acosan constantemente.  Así, el proceso de convertirnos en justos es algo milagroso que requiere la intervención directa y activa de Dios.

Primero él nos llama y abre nuestro entendimiento para que podamos comprender lo que enseñan las Escrituras.  Luego, comienza a cambiar nuestras vidas, si es que respondemos voluntariamente a su llamado y colaboramos con Él.

La palabra conversión, tal como la usamos en los círculos religiosos, generalmente implica la aceptación de un sistema religioso de creencia.  Pero el significado fundamental en la Biblia es “volverse”, por lo general, volverse a Dios.

Esto, desde luego, nos plantea una pregunta crucial:  ¿De qué nos volvemos cuando nos volvemos a Dios?  ¿Qué dejamos cuando nos convertimos?  O en otras palabras, ¿por qué necesitamos convertirnos?  ¿Qué es lo que nos separa de Dios en primera instancia?

1).    El profeta Isaías nos da la respuesta:  “He aquí que no se ha acortado la mano del Eterno para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír” (Isaías 59:1).

2).    El apóstol Juan agrega:  “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos...”  (1 Juan 1:8).  Para recibir las bendiciones y la ayuda de Dios, debemos volvernos a él reconociendo nuestros pecados y apartándonos de ellos.

3).    Jesús le dijo al apóstol Pablo, al darle la comisión de ir a los gentiles:  “para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:18).

Estas instrucciones nos dan un breve resumen de cómo los convertidos son agregados al cuerpo espiritual que es “la iglesia de Dios” (1 Corintios 1:2).  Cada nuevo converso debe abandonar los caminos de Satanás y seguir los caminos de Dios.

Cada uno debe aceptar y responder a los términos y condiciones de Dios para que sus pecados sean perdonados.

Ya hemos aprendido que el arrepentimiento consiste en volvernos del pecado y rendir nuestras vidas a Dios.  El arrepentimiento comienza con el llamado de Dios, cuando nos abre la mente para que podamos entender correctamente las Sagradas Escrituras.  Luego debemos pedirle su ayuda y comenzar a estudiarlas para darnos cuenta de qué es lo que necesitamos cambiar.  Hacemos esto al comparar nuestras creencias, conducta, tradiciones y pensamientos con la Santa Biblia.  La palabra de Dios es el único parámetro confiable por el que podemos medir nuestras actitudes y comportamiento.

Es necesario que nos examinemos a nosotros mismos para que nuestro arrepentimiento sea genuino, y eso puede tomar bastante tiempo, especialmente si no estamos familiarizados con las Escrituras.  Veamos lo que la Biblia dice acerca del verdadero arrepentimiento y su importancia en nuestra relación con Dios.

¿Enfatizó Jesús la importancia del arrepentimiento?

“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32).

“Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo:  El tiempo se ha cumplido, y el reino de

Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14-15.

Jesús enseñó que lo más importante para nosotros debe ser entrar en el Reino de Dios (Mateo 6:33).  Desde el principio de su ministerio hizo énfasis en que el arrepentimiento es indispensable para alcanzar esta meta.

¿Predicaron el arrepentimiento los antiguos profetas de Dios?

“Y envió el Eterno a vosotros todos sus siervos los profetas, enviándoles desde temprano y sin cesar; pero no oísteis, ni inclinasteis vuestro oído para escuchar cuando decían:  Volveos ahora de vuestro mal camino y de la maldad de vuestras obras...  (Jeremías 25:4-5).

¿Debe seguirse predicando este mismo mensaje al mundo entero?

“Y les dijo... era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos...  Así está escrito, y así

Fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de

Pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:44-47).

Las Escrituras muestran que desde el principio Dios ha enviado a sus siervos con el mismo mensaje:  “Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina.  Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo” (Ezequiel 18:30-31).

¿Cuál es la actitud de una persona que se ha arrepentido verdaderamente?

“Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:  Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 18:13).

“De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.  Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:5-6).

El verdadero arrepentimiento es algo más que sólo reconocer que hemos estado errados.  Aun el deseo de obrar mal debe volverse algo repugnante para nosotros.  Dios quiere que aborrezcamos el mal (Proverbios 8:13), especialmente el mal que hemos llegado a reconocer en nosotros.

Debemos desear con todas las fuerzas que Dios cambie nuestros corazones.  Al igual que el antiguo rey David, debemos pedirle a Dios que cree en nosotros un corazón limpio y un espíritu recto (Salmos 51:10).  Debemos vernos como pecadores y sentir genuino remordimiento.  Debemos reconocer que nuestros pecados se originan en los pensamientos, con frecuencia motivados por orgullo y egoísmo, ira y celos, o lujuria y codicia, es decir, por nuestra naturaleza humana.

FE, ELECCIÓN Y COMPROMISO

Después de habernos arrepentido y bautizado, ¿cuál debe ser nuestra prioridad absoluta?

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia...  (Mateo 6:33).

“No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3).

“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.  No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24).

Dios quiere que por encima de todo lo obedezcamos a él y busquemos su justicia y su reino.  Nuestro compromiso de servirlo con todo el corazón, sin embargo, puede plantearnos decisiones difíciles.  Pablo lo explica:  “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12).  Es necesario, por tanto, que evaluemos anticipadamente cuán fuerte es nuestro compromiso con Dios, a fin de que estemos preparados para tomar las decisiones que va a requerir de nosotros.

¿Cuán importantes son nuestras decisiones?

En la parábola del sembrador y la semilla, Jesús ilustra las diferentes decisiones que las personas toman cuando la palabra de Dios les es explicada.  En esta parábola cada participante escucha “la palabra del reino”, pero cada uno reacciona de una manera diferente ante lo que oye.  Podemos leer esta parábola en el capítulo 13 de Mateo.  Jesús primero relata la parábola y después da el significado.

Primero explica la respuesta de alguien que todavía no ha sido llamado por Dios.  “Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón.  Este es el que fue sembrado junto al camino” (Mateo 13:19).

Esta persona nunca entiende lo que oye.  Después, Jesús explica las tres respuestas diferentes de aquellos que entienden su mensaje, aquellos que Dios ha llamado.  Dios abre sus mentes al entendimiento de su mensaje.  Los tres comprenden el significado del mensaje de Jesús, pero cada uno responde de una manera diferente y por razones diferentes.  “Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza” (vv. 20-21).  Su primera respuesta es de una aceptación gozosa, pero su entusiasmo se apaga pronto.  ¿Por qué?  Por su reacción ante la presión de otros.  A éste le importa más complacer a las personas que complacer a Dios.  Para él es más importante

Actuar conforme a las costumbres y expectativas de su familia, sus amigos y la sociedad, que servir a Dios.  Se derrumba ante la presión y finalmente rechaza el llamamiento de Dios.  “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la

Palabra, y se hace infructuosa” (v. 22).  Éste es diferente en ciertos aspectos.  No está tan interesado en la opinión de los demás, pero al igual que el anterior, rehúsa poner a Dios primero en su vida.  Se distrae con otras cosas.  Satisfacer sus necesidades personales y mantener su nivel socioeconómico es algo que consume su interés, su tiempo, su energía.  También está muy ocupado tratando de servirse a sí mismo.  No tiene tiempo libre para Dios, y así, por simple descuido, también rechaza el llamamiento de Dios.

“Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno” (v. 23).  Esta persona no sólo entiende la palabra de Dios, sino que la toma en serio.  La pone en práctica.  ¡Cambia su vida!  De todos los ejemplos de esta parábola, sólo esta persona es escogida para salvación.  Pone a Dios primero que todo lo demás en su vida.  Hace un compromiso con Dios y lo mantiene.  ¿Seguiremos su ejemplo?

¿Cómo responde Dios a los que se niegan a confiar en él?

“Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor del Eterno, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino, y serán hastiados de sus propios consejos ... mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal” (Proverbios 1:29-33).

Aquellos que voluntariamente responden a su invitación o llamamiento.  Al ofrecernos arrepentimiento, Dios nos da la capacidad de vernos como él nos ve, en lugar de percibirnos como nos percibimos normalmente.  Sin esta percepción espiritual, quedamos ciegos espiritualmente y no podemos responder al llamado de Dios.

Sólo podemos arrepentirnos de verdad, genuinamente, cuando, al compararnos con Dios a la luz de la Biblia, podemos reconocer y confesar nuestras flaquezas, debilidades e insignificancia.  “Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice el Eterno; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra” (Isaías 66:2).

LA POSESIÓN DEMONIACA

Desde la creación misma, cuando los demonios se rebelaron contra Dios y fueron expulsados y enviados al abismo, se comienza a plantear la guerra entre el bien y el mal, la que sabemos de antemano, perderá el mal.  Son millones de batallas individuales, una por cada alma.  Desafortunadamente muchas de ellas, muchísimas se pierden y se condenan.

El hombre es creado bueno y con tendencia hacia el bien.  Por su pura naturaleza tiende al bien y busca a Dios.  El problema es que nacemos con la marca del pecado original, el de Adán y Eva, que nos hace proclives al pecado, por eso durante toda la vida buscamos a Dios y caemos en el pecado.  Buscamos el bien y terminamos haciendo el mal.

Ese ideal de vida de buscar la gracia de Dios, su conocimiento, su adoración, se logra mediante la utilización de los canales de gracia en la Iglesia:  la confesión, la eucaristía, la meditación de la Palabra, la comunidad, la catequesis.  Es un camino de fe en que debemos transitar ojalá en compañía de la familia, ayunando y ofreciendo penitencia.  Cf. Mc 9, 14-29 (hay espíritus que solo se pueden sacara con ayuno.

Esto en cuanto a tiene que ver con el ideal de vida, con el deber ser como dirían los filósofos.  Pero otra cosa tiene que ver con lo que hacemos en la realidad.  Jesús lo dijo mi reino no es de este mundo.  El príncipe de este mundo es otro.  El otro, decimos nosotros para no tener ni siquiera que nombrarlo.  Y es príncipe del engaño, de la mentira y de la muerte.  Dice San Juan (10,10) el ladrón no viene más que a robar, matar y destruir.  Mientras que el señor Jesús dice Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Los católicos pretendemos no ser del mundo.  Pero a pesar de no ser del mundo, estamos en el mundo y estamos influidos por las cosas del mundo.  Y tenemos cientos, miles de influencias de cosas que tienen que ver con el mundo.  Cosas que nos apartan de Dios y de su reino.  Pero además de cosas que no solo nos apartan de Dios sino que, a la larga, permiten que seamos influidos, dominados y aún poseídos por demonios.

 Hay algo que no debe ser olvidado.  Satanás y sus huestes del mal no pueden hacer nada a nadie, a menos que tengan el permiso de Dios (Job 1, 2).  Y siendo este el caso, aunque Satanás crea que está alcanzando sus propios propósitos, realmente está cumpliendo los buenos propósitos de Dios... aún en el caso, por ejemplo, de la traición de Judas.

El solo pecado original nos deja expuestos, nacemos con las puertas abiertas para el dominio del mal, por eso la urgencia de bautizar a los niños.  Pues con ese sacramento, se expulsan a los demonios, de hecho, teológicamente, el bautismo es conocido por ser un exorcismo simple, que además es el sacramento por el que somos incorporados a la Iglesia, comunidad de fe y de vida, "integrándonos en su construcción para ser morada de Dios, por el Espíritu" (Ef. 2,22).  Este es el sacramento primero de la iniciación cristiana, el baño ritual en las aguas salvadoras de la gracia divina manifestada en Jesucristo, Palabra de Dios encarnada.

Por el bautismo de los niños la Iglesia manifiesta la fe en el Dios que guía providentemente nuestra vida con su gracia, haciéndonos partícipes de su vida divina en Jesucristo.  La Iglesia recibió la misión de evangelizar y bautizar, es decir, de mostrar a los hombres el camino de la salvación, de la vida de Dios entre nosotros, para que la vida humana se plenifique en el bien y en el amor.

Cada vez que pecamos estamos dejando abierta la puerta para que entre el enemigo y se enseñoree en nosotros.  O más bien se ensañe contra nosotros.  Mientras más relajados y frescos seamos frente a las cosas de Dios y a sus mandamientos, más facilidades le damos al enemigo para que nos ataque.

El enemigo trabaja en siete áreas:  Posesión, opresión, contaminación, obsesión, tentación, infestación, y vejación.

Pero nuestra conducta no solamente nos afecta a nosotros, sino que lo hace también sobre nuestros descendientes.  Hablando del decálogo, en el Éxodo 20, dice Dios (4-6) “No te harás escultura ni imagen, ni de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de los que hay en las aguas por debajo de la tierra.  No te postrarás ante ellos ni les darás culto, porque yo, el señor tu Dios, soy un Dios celoso que castiga la culpa de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de aquellos que me odian, pero tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos”.

Hoy, el hombre le abrió espacio a esas prácticas, abominables a los ojos de Dios y que traen consigo maldición.  Es el abandono a Dios para reemplazarlo por ídolos, fetichismos o agüeros.

Dice también en el Deuteronomio (18, 10-13) “No ha de haber en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego (rito satánico), que practique; adivinación, astrología, hechicería, o magia, ningún encantador, ni consultor de espectros o adivinos, ni evocador de muertos (espiritismo), porque todo el que hace estas cosas es una abominación para Yavé tu Dios y por causa de esas abominaciones desaloja Yavé tu Dios a esa naciones delante de ti”.

 Dentro de las conductas prohibidas caben las siguientes: espiritismo, yoga, meditación trascendental, sicología transpersonal, controlo mental, método Silva, programación neurolingüística, terapias alternativas, sanación pránica, Reiki, Feng Shui, consulta de horóscopos, Tarot, numerología, astrología, magia, lectura de Iching, cartas, té, tabaco o cigarrillo, cábala, eneagrama, parasicología, Harry Potter, invocación de muertos, José Gregorio, mentalismo, angelología de los falsos ángeles.

Todo esto está comprendido dentro de las formas del New Age o nueva era.  El Dragón vomitó agua para ahogar a la mujer Apocalipsis (12, 15) La mujer es la Iglesia y el agua es la nueva era.  Satanás tiene poder sobre los que se le entregan a él libremente.  Nadie puede hacer daño a los que creen en Cristo y se le entregan a Él, es más, estos tienen poder sobre Satanás y los hechiceros (Mc (16,18) Lc (10, 12-20).  A los que crean acompañarán estos milagros:  en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas, agarrarán serpientes con las manos y, si bebieran algún veneno no les dañará, impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán curados.

Millones y millones de bautizados han caído en esa red de mentiras, se alejaron del Padre y terminaron como el hijo pródigo metidos con los cerdos (demonios) comiendo esa basura satánica.

Cuando se entra en esas prácticas se incursiona en maldición, nos alejamos de Dios y abrimos puertas a la acción del enemigo con consecuencias en el cuerpo, en el alma, en el entorno familiar, en el entorno social.  Y ahí damos pie o cabida o campo para la posesión demoniaca.

¿CÓMO SE EXPONE UNO MISMO A SER POSEÍDO?

 1. El caso de Judas es representativo, él abrió su corazón al mal (en su caso por su avaricia – Juan 12:6).  Así, es posible, que si uno permite que su corazón sea gobernado por algún pecado habitual... se convierta en una invitación para que un demonio entre.

2. De acuerdo a la experiencia misionera, las posesiones demoníacas también parecen estar relacionadas con la adoración de ídolos paganos y la posesión de objetos del ocultismo.  La Escritura repetidamente relaciona la adoración de ídolos con la adoración a los mismos demonios (Levíticos 17:7; Deuteronomio 32:17; Salmo 106:37; 1 Corintios 10:20), así que no sería sorprendente que el involucrarse con esas religiones y prácticas asociadas con esos cultos pueda conducir a la posesión demoníaca.

3. Mucha gente abre sus vidas a la invasión demoníaca, al abrazar algún pecado (lujuria, gula, ira) o a través de involucrarse en una secta (ya sea consciente o inconscientemente).  Los ejemplos pueden incluir inmoralidad; abuso de drogas y/o alcohol, al alterar éstos el estado de conciencia; rebelión; amargura; meditación trascendental, etc.  En nuestra cultura occidental, podemos ver un incremento en la enseñanza de religiones orientales bajo la apariencia del movimiento de la “nueva era”.

¿QUÉ PRODUCE LA POSESIÓN, CUÁLES SON SUS CONSECUENCIAS?

 1. En algunos pasajes bíblicos:  Mateo 9:32-33; 12:22; 17:18; Marcos 5:1-20; 7:26-30; Lucas 4:33-36; Lucas 22:3; Hechos 16:16-18.  En algunos de estos pasajes, la posesión demoníaca causaba problemas físicos, tales como inhabilidad para hablar, síntomas de epilepsia, ceguera, etc.

2. En otros casos causaba que el individuo actuara con maldad;

a. Judas sería el mejor ejemplo.

b. En Hechos 16:16-18, un espíritu daba a la joven esclava la habilidad de saber cosas más allá de su propio entendimiento.

c. En el caso del endemoniado Gadareno que estaba poseído por una multitud de demonios, tenía una fuerza sobrehumana, andaba desnudo y vivía entre los sepulcros.

d. Dios permitió que el rey Saúl, después de haberse rebelado contra Él, fuera atormentado por un espíritu maligno (1 Samuel 16:14-15:  18:10-11; 19:9-10) con el efecto aparente de un estado de ánimo depresivo y un creciente deseo y disposición de matar a David.

3. Adicionalmente a estas características físicas o emocionales, uno también puede ver actitudes espirituales que muestran influencia demoníaca.

a. Estas pueden incluir una resistencia a perdonar (2 Corintios 2:10-11)

b.la creencia y propagación de falsa doctrina, especialmente concerniente a Jesucristo y Su obra redentora (2 Corintios 11:3-4, 13-15; 1 Timoteo 4:1-5; 1 Juan 4:1-3).

Los criterios para discernir posesión diabólica según el nuevo ritual del exorcismo son:

-Aversión vehemente hacia Dios, la Virgen, los Santos, la cruz y las imágenes sagradas.

Junto con esta pueden darse otros fenómenos que por sí solos podrían ser don de Dios pero en el caso de posesión se manifiestan para el mal:

-El hablar con muchas palabras de lenguas desconocidas o entenderlas.

-Hacer presentes cosas distantes o escondidas.

-Demostrar más fuerzas de lo normal.

¿QUÉ HACER CUANDO LAS FUERZAS DEL MAL YA HAN TOMADO VENTAJA Y ESTÁN AFECTANDO NUESTRAS VIDAS?

Hay dos caminos fundamentales:

1. Cuando efectivamente hay un caso de posesión satánica debidamente comprobado acudir al EXORCISMO, que es un procedimiento que solo puede ser ejercido por el Presbítero con permiso especial del Obispo, o por el exorcista de la diócesis mediante utilización del permiso general que ya tiene este de ejercer ese ministerio.

2. El segundo es acudir a la LIBERACIÓN.

Dios confió a todos los creyentes el poder de expulsar demonios:  Ustedes han sido invitados a compartir mis poderes y a sanar a los enfermos también.  Recuerden mis palabras (Juna 14:12) En verdad, en verdad les digo, aquel que cree n mí, hará las mismas cosas que yo hago y aún más grandes, porque yo voy a mi Padre.  Estos signos los acompañarán a los verdaderos creyentes (Marcos 16:  17-18):  En mi nombre podrán arrojar fuera espíritus malignos, rezar por los enfermos quienes se sanarán, también podrán hablar en nuevas lenguas.  (Juan 15:7).  Si tú crees en mí, y mis palabras viven en ti, pide cualquier cosas que desees y así se hará para ti.

Algunas personas desarrollan una insana fascinación por el ocultismo y la actividad demoníaca.  Esto es poco inteligente y anti bíblico.  Si nosotros seguimos a Dios con nuestras vidas; nos vestimos con Su armadura y dependemos de Su fuerza (no la nuestra) (Efesios 6:10-18), no tenemos nada que temer de las fuerzas del mal, porque ¡Dios gobierna sobre todas ellas!

Según el Padre Amorth, exorcista de Roma, el poder de expulsar demonios que Jesús confirió a todos los creyentes conserva toda validez.  Es un poder general basado en la fe y en la oración, y puede ser ejercido por individuos o comunidades sin ninguna autorización.  Sin embargo, en este caso, se trata de plegarias de liberación, y no se deben llamar exorcismos.  Sólo al sacerdote autorizado, además de al obispo exorcizante, corresponde el nombre de exorcista.  "Habla un Exorcista", 43-44.

En algunas diócesis hay laicos que han sido preparados para el ministerio de liberación (no exorcismo) bajo la dirección de un sacerdote.  La liberación es oración para liberar de la opresión del demonio pero sin utilizar el rito de exorcismo.  Nadie debe ejercer este ministerio sin autorización de la Iglesia.

Jesús vino a liberarnos del poder de Satanás y darnos la gracia de ser hijos de Dios.

Jesús le increpó y el demonio salió de él; y quedó sano el niño desde aquel momento.  Mateo 7,18

Jesús impartió su poder liberador a sus discípulos para que ellos y sus sucesores continuaran la misión de liberación y exorcismo en su nombre.  Por lo tanto el protagonista en el exorcismo es Dios a través de su ministro y no el demonio.

El les dijo:  "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.  Mirad, os he dado el poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño" Lucas 10,18-19

NECESIDAD DE DIAGNÓSTICO Y LA PRUDENCIA.

El Padre Gramolazzo comenta:  actualmente muchos viven una fe supersticiosa o de superstición y muchos tienden a no hacerse responsables, no saben afrontar el sufrimiento y atribuyen todo trastorno físico o espiritual a la acción del demonio.

Pero frecuentemente el remedio es una verdadera y sincera confesión.  Cuando en cambio se percibe aversión a lo sagrado, enfermedades desconocidas o incluso síntomas difíciles de identificar, es posible que sea necesario el exorcismo.  La presencia demoníaca de cualquier forma hay que diagnosticarla en cada caso.  En cambio debería haber más dedicación a la ascesis, a la oración, a la penitencia.  La mentalidad popular ha exagerado los poderes de Satanás, que son los de un ángel común.

En la vida diaria para defenderse del mal basta con ser coherentes con el Evangelio, no tener miedo de testimoniar la propia fe y cuidar la propia relación con Dios.  Dios mismo es quien permite que algunos sean vejados u obsesionados; piénsese en algunos santos.  Pero en estos casos nos hallamos ante planes divinos para nosotros impenetrables.

EN LA BIBLIA HAY MÚLTIPLES MENCIONES A POSESIONES Y EXORCISMOS:

Todo lo que tiene que ver con la Posesión satánica, con la actividad de los demonios es muy delicado y es cierto, a pesar de los esfuerzos del maligno y sus cómplices de hacernos creer que el demonio no existe, él existe.  Negarlo es tomar la actitud del avestruz, que escondiendo su cabeza cree que no le ven el cuerpo.

La Santa Biblia tiene muchísimas citas en las que se habla de las posesiones y de los exorcismos, se debe tener en cuenta que es la Palabra de Dios, o sea que quién las niegue está contradiciendo a Dios mismo.

      Mateo 4:23-25:  Personas poseídas curadas por Jesús (también en Lucas 6:17-19).
      Mateo 7:21-23:  Muchos expulsarán demonios en el nombre de Jesús (también en Marcos 16:17; Lucas 10:17; Hechos 5:16; 8:7).
      Mateo 8:14-17:  Jesús cura a muchos que están poseídos por demonios (también en Marcos 1:29-39; Lucas 4:33-41).
      Mateo 8:28-34:  Jesús expulsa una horda de demonios follando una piara de aproximadamente 2000 cerdos (también en Marcos 5:1-20 y Lucas 8:26-39, pero refiriéndose a un único hombre.  Parece que, o Marcos y Lucas hablan solo del portavoz de los dos endemoniados, o su jefe, o que no mencionan sino a uno, porque no dictan que solo había un endemoniado).
      Mateo 9:32-34:  Jesús hace hablar a un hombre mudo poseído por demonios.  Los fariseos dicen que lo hace por el poder de Belcebú (también en Marcos 3:20-22).
      Mateo 10:1-8:  Jesús da a los doce apóstoles la autoridad para expulsar espíritus malignos (también en Marcos 3:15; 6:7; 6:13; Lucas 9:1; 10:17).
      Mateo 11:16-19:  «Esta generación» dice que Juan el Bautista está poseído por un demonio (también en Lucas 7:31-35).
      Mateo 12:22-32:  Jesús cura a un hombre poseído ciego y mudo (también en Lucas 11:14-23; 12:10; Marcos 3:20-30).
      Mateo 12:43-45:  Jesús cuenta una alegoría de cómo los espíritus vuelven a casa, es decir, de cómo vuelven al cuerpo de un ser humano en el que habían vivido antes (también en Lucas 11:24-26).
      Mateo 15:21-28:  Jesús expulse un demonio del cuerpo de la hija de una mujer Caninita (también en Marcos 7:24-30).
      Mateo 17:14-21:  Jesús cura a un loco expulsando a un demonio fuera de él (también en Marcos 9:14-29; Lucas 9:37-49).
      Marcos 1:21-28:  Jesús expulsa a un espíritu maligno de un hombre (también en Lucas 4:31-37).
      Marcos 9:38-40:  Una persona no cristiana es vista expulsando demonios en el nombre de Jesús (también en Lucas 9:49-50).
      Marcos 16:9:  Jesús expulsa siete demonios del cuerpo de María Magdalena (también en Lucas 8:2).
      Lucas 7:21:  Jesús libera a mucha gente de posesiones por espíritus malignos.
      Lucas 13:10-17:  Jesús expulsa en Sabbat a un espíritu que causa enfermedades en el cuerpo de una mujer.
      Lucas 13:31-32:  Jesús continúa expulsando demonios aún cuando Herodes Antipas está buscándole para matarle.
      Lucas 22:3:  Satanás entra en Judas Iscariote (también en Juan 13:27).
      Juan 7:20:  Una «turba de judíos» que querían matar a Jesús decían que estaba poseído por demonios.
      Juan 8:48-52:  Los judíos dicen que Jesús es un Samaritano poseído por demonios.
      Juan 10:20-21:  Muchos judíos dicen que Jesús delira y está poseído por demonios, otros dicen lo contrario.
      Hechos 5:3:  Satanás ocupa el corazón de Ananías.
      Hechos 5:16:  Los Apóstoles expulsan espíritus malignos de personas poseídas.
      Hechos 8:6-8:  Durante las enseñanzas de Felipe el Evangelista en Samaria, los espíritus malignos abandonan el cuerpo de muchos presentes.
      Hechos 8:18-19:  Simón el Mago se ofrece a comprar el poder de la Imposición de las manos.
      Hechos 10:38:  Pedro dice que Jesús expulsa a todo aquel que se encuentra bajo el poder del Diablo.
      Hechos 16:16-24:  Pablo e Isla son encarcelados por expulsar un espíritu adivinatorio de una esclava.
      Hechos 19:11-12:  Los pañuelos y los delantales tocados por Pablo curan enfermedades y expulsan espíritus malignos.
      Hechos 19:13-20:  Siete hijos de Esceva intentan expulsar malos espíritus, diciendo:  “En el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, yo te ordeno salir.  Pero no tienen éxito por su falta de fe”.
      Apocalipsis 18:2:  La Ramera de Babilonia es hogar de demonios, espíritus malignos y aves inmundas.


CITAS BÍBLICAS ESCATOLÓGICAS

El plan de Dios incluía la creación del hombre para que lo adoráramos y amaramos, y para que fuéramos felices en el Paraíso, este maravilloso plan fue truncado por Lucifer, que tentó a nuestros padres Adán y Eva para que fueran como dioses y ellos cayeron en lo que conocemos como el pecado original.  

De ahí para acá todo en picada, comenzaron las enfermedades del cuerpo y del alma, nos volvimos corruptibles y mortales y de estar en armonía y en paz con Dios y con la naturaleza, pasamos a estar en compañía de Satanás y sus cómplices  y ahora somos el campo de batalla de la guerra espiritual.

Y la conclusión es muy fácil, el demonio era uno de los principales ángeles del cielo: inteligente y poderoso, más que cualquiera de nosotros.  El sabe además, que al final perderá la batalla, así está escrito y así está dispuesto por Dios, La Santísima Virgen María  le pondrá su talón sobre la cabeza y con San Miguel y las huestes celestiales lo precipitarán al infierno, luego, nada de lo que haga podría hacer cambiar la historia, ya está escrita, ya pasó, está pasando y pasará.  Nada ni nadie podría hacer que la criatura le gane al creador.  Lo que él está haciendo es llevándose a la mayor cantidad de criaturas para no estar solo en su desgracia.  Nosotros somos su botín de guerra, y somos nosotros quien podemos evitarlo, dando nuestro asentimiento al creador, a lo largo del combate espiritual.

Como cada vez hay más demonios desatados, y cada vez la iniquidad es peor y cada vez el hombre se siente más como Dios y como cada vez hay más almas en peligro de perderse, Dios parará esta situación.  Es lo que conocemos como el fin de los tiempos, para evitar que se pierdan hasta los mismos elegidos.  Pero resulta que ver los signos de los tiempos es muy difícil, solo algunas personas, con la gracia de Dios lo logran y los ven.  Ven con claridad meridiana lo que va a pasar, es más incluso algunos: como Rafael Arango, determinan con precisión, gracias a la Biblia, la época (más no la fecha) en que esto ocurrirá.   

Dios en su infinita misericordia y así ha sido siempre desde que sus hijos están en la tierra, ha anunciado mediante sus profetas lo que va a hacer, nunca nos ha cogido desprevenidos o descuidados, siempre avisa para que podamos cambiar, enmendar la plana, recomponer el camino, acercarnos a Él y salvar nuestra alma.  De hecho hoy en día lo está haciendo, mediante muchos videntes de los cuales nombro solo a Luz de María que tiene página web, ahí se puede leer todo lo pertinente.  No son sino anuncios de los que va a ser y de lo que va a pasar, uno tras otro, casi todos los días del año.

En el evangelio de San Lucas, leemos en el capítulo 12 versículos 54 a 56 las siguientes palabras de nuestro señor: “Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: “Va a llover” y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís “viene bochorno; y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?

Somos capaces de mirar nuestro alrededor y leer lo que va a pasar, por qué no podemos leer los signos de los tiempos?  Ahí están, son notorios, están cantados desde la Santa Biblia, los vemos todos los días, los padecemos a todas horas.  Por qué no los vemos.  Por qué nos los negamos.

Apoyado en varios textos, evidenciaré muchos de los signos del final de los tiempos, solo con un objetivo en mente, que por lo menos alguno los vea y se convierta a Nuestro Señor.


INICIO DEL PERIODO DE LAS GRANDES TRIBULACIONES

En el evangelio de San Mateo leemos lo pertinente a la gran tribulación de Jerusalén, pero antes de que ella ocurra comenzarán las grandes tribulaciones, que no será otra cosa que las grandes penas, por las que pasará la humanidad y para qué, para que las personas se desacomoden, salgan de la zona de confort en la que están.  Pasar de ese sopor espiritual a pensar en algo más, en el más allá, comenzar a trascender.

Porque la tribulación produce sufrimiento y a través de él la conversión.  Dice la Santa Biblia en la carta a los Romanos 5:3-5 ““Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.

Dios se vale de esto para hacernos crecer, para nuestro bien, no para el bien o provecho suyo, pues el no necesita perfeccionarse, porque Él ya es perfecto en todo; los que necesitamos perfeccionarnos en este aspecto, somos nosotros.

Por eso nos debemos gloriar en las tribulaciones, pero más que en ellas en el hecho de que Dios las permite para nuestro bien, específicamente para nuestro crecimiento.

Pero, en la Santa Biblia se anuncia que vendrá un período donde habrá grandes tribulaciones.  Dios gran cantidad de cosas que nos llevarán a la conversión, reconoceremos la presencia, la grandeza y el poder de Dios.  Y lo anuncia la palabra.


  • Aumentará la maldad en todo el mundo 
Jeremías 5:1-9 " 1 Recorran las calles de Jerusalén, miren e infórmense bien; busquen por sus plazas a ver si encuentran un hombre, si hay alguien que practique el derecho, que busque la verdad, y yo perdonaré a la ciudad. 2 Aun cuando dicen: "¡Por la vida del Señor!", en realidad, juran falsamente. 3 ¿Acaso tus ojos, Señor, no están puestos en la verdad?  Tú los golpeaste, y no les dolió, los exterminaste, y rehusaron aceptar la lección; endurecieron su rostro más que una roca, no quisieron convertirse. 4 Yo decía: "Sólo la gente del pueblo es la que obra estúpidamente, porque no conocen el camino del Señor, el derecho de su Dios. 5 Me dirigiré a los grandes y les hablaré: Ellos sí que conocen el camino del Señor, el derecho de su Dios". Pero también ellos han quebrado el yugo, han roto las ataduras. 6 Por eso los ataca el león de la selva, los devasta el lobo de las estepas, el leopardo está al acecho frente a sus ciudades: todo el que sale de ellas es despedazado. Porque son numerosas sus rebeldías, incontables sus apostasías. La actitud del Señor ante la infidelidad de su Pueblo 7 ¿Cómo podré perdonarte esto? Tus hijos me han abandonado, han jurado por lo que no es Dios. Yo los sacié, y ellos fueron adúlteros, van en tropel a los prostíbulos. 8 Son caballos bien cebados y fogosos, cada uno relincha por la mujer de su vecino. 9 ¿No los voy a castigar por esto? –Oráculo del Señor–. De una nación semejante, ¿no me voy a vengar?


  • Desastre tras desastre, violencia en las ciudades, mucho duelo, buscarán la paz y no la hallarán 
Ezequiel 7: 23-27 "3 Llevarán a cabo una matanza, porque el país está lleno de juicios por homicidio y la ciudad llena de violencia.  24 Haré venir a las naciones más feroces, para que se adueñen de sus casas; acabaré con la soberbia de los poderosos y serán profanados sus santuarios. 25 ¡Llega la angustia!  Buscarán paz, pero no la tendrán; 26 vendrá una desgracia sobre otra y una mala noticia tras otra. Implorarán una visión al profeta, le faltará la enseñanza al sacerdote y el consejo a los ancianos.  27 El rey estará de duelo, el príncipe se cubrirá de desolación y temblarán las manos de la gente. Yo los trataré conforme a su conducta, los juzgaré según sus juicios, y sabrán que yo soy el Señor".

  • Nadie deplora su maldad, ni se arrepiente 
Jeremías 8: 6-7 "6 Yo escuché con la mayor atención: ellos no hablan como es debido, ni uno solo se arrepiente de su maldad, diciendo: "¿Qué es lo que hice?".  Todos vuelven a sus andanzas, como un caballo que se lanza al combate.  7 Hasta la cigüeña, en el cielo,  conoce sus estaciones; la tórtola, la golondrina y la grulla tienen en cuenta el tiempo de sus migraciones. ¡Pero mi pueblo no conoce el derecho del Señor!"

  • Corrupción general, asesinato, robo, adulterio, sangre 
Oseas 4:1-3  "1 Escuchen la palabra del Señor, israelitas, porque el Señor tiene un pleito con los habitantes del país: ya no hay fidelidad, ni amor, ni conocimiento de Dios en el país. 2 Sólo perjurio y engaño, asesinato y robo, adulterio y extorsión, y los crímenes sangrientos se suceden uno tras otro.  3 Por eso, el país está de duelo y languidecen todos sus habitantes; hasta los animales del campo y los pájaros del cielo, y aún los peces del mar, desaparecerán".


  • Profetas y pastores se corromperán 


Jeremías 6:13-15  "13 Porque del más pequeño al más grande, todos están ávidos de ganancias, y desde el profeta hasta el sacerdote, no hacen otra cosa que engañar. 14 Ellos curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: "¡Paz, paz!", pero no hay paz. 15 ¿Se avergüenzan de la abominación que cometieron? ¡No, no sienten la menor vergüenza, no saben lo que es sonrojarse! Por eso, ellos caerán con los que caen, sucumbirán cuando tengan que dar cuenta, dice el Señor.

  • Proliferan en nuestra iglesia falsos profetas que llevan una doble vida, Jeremías 23: 14-15 no les sigáis porque manipulan vuestra mentes con sus fantasías, lo que dicen no proviene de Dios , estos usurpadores recibirán el castigo eternos 
Jeremías 23: 14-16 "14 Pero entre los profetas de Jerusalén, he visto cosas horribles: son adúlteros, viven en la mentira, tienden la mano a los malhechores, y así nadie se convierte de su maldad! Todos ellos son para mí como Sodoma y los habitantes de la ciudad, como Gomorra.  15 Por eso, así habla el Señor de los ejércitos contra los profetas: Yo les haré comer ajenjo y les daré de beber agua envenenada, porque de los profetas de Jerusalén ha salido la impiedad a todo el país.  16 Así habla el Señor de los ejércitos: No escuchen las palabras de los profetas que profetizan para ustedes: no hacen más que ilusionarlos, lo que dicen son visiones de su imaginación, no lo que sale de la boca del Señor.

Jeremías 23: 40 "40 Yo les infligiré un oprobio perpetuo y una ignominia eterna, que no se olvidará jamás.


  • Los pastores dispersan a su rebaño y las ovejitas andan por ahí errantes y confundidas
Ezequiel 34:1-16 "34 1 La palabra del Señor me llegó en estos términos: 2 ¡Profetiza, hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel! Tú dirás a esos pastores: Así habla el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿Acaso los pastores no deben apacentar el rebaño?  3 Pero ustedes se alimentan con la leche, se visten con la lana, sacrifican a las ovejas más gordas, y no apacientan el rebaño. 4 No han fortalecido a la oveja débil, no han curado a la enferma, no han vendado a la herida, no han hecho volver a la descarriada, ni han buscado a la que estaba perdida. Al contrario, las han dominado con rigor y crueldad.  5 Ellas se han dispersado por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas las bestias salvajes. Mis ovejas se han dispersado, 6 y andan errantes por todas las montañas y por todas las colinas elevadas. ¡Mis ovejas están dispersas por toda la tierra, y nadie se ocupa de ellas ni trata de buscarlas! 7 Por eso, pastores, oigan la palabra del Señor. 8 Lo juro por mi vida –oráculo del Señor–: Porque mis ovejas han sido expuestas a la depredación y se han convertido en presa de todas las fieras salvajes por falta de pastor; porque mis pastores no cuidan a mis ovejas; porque ellos se apacientan a sí mismos, y no a mis ovejas; 9 por eso, pastores, escuchen la palabra del Señor: 10 Así habla el Señor: Aquí estoy yo contra los pastores. Yo buscaré a mis ovejas para quitárselas de sus manos, y no les dejaré apacentar mi rebaño. Así los pastores no se apacentarán más a sí mismos. Arrancaré a las ovejas de su boca, y nunca más ellas serán su presa. 11 Porque así habla el Señor: ¡Aquí estoy yo! Yo mismo voy a buscar mi rebaño y me ocuparé de él. 12 Como el pastor se ocupa de su rebaño cuando está en medio de sus ovejas dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las libraré de todos los lugares donde se habían dispersado, en un día de nubes y tinieblas. 13 Las sacaré de entre los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las traeré a su propio suelo y las apacentaré sobre las montañas de Israel, en los cauces de los torrentes y en todos los poblados del país. 14 Las apacentaré en buenos pastizales y su lugar de pastoreo estará en las montañas altas de Israel. Allí descansarán en un buen lugar de pastoreo, y se alimentarán con ricos pastos sobre las montañas de Israel. 15 Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar –oráculo del Señor–. 16 Buscaré a la oveja perdida, haré volver a la descarriada, vendaré a la herida y curaré a la enferma, pero exterminaré a la que está gorda y robusta. Yo las apacentaré con justicia.


  • La tierra ha sido profanada con tanto pecado y una maldición devora por culpa de los que habitan en ella, la tierra se marchita, y quedarán muy pocos del género humano 
Isaías 24: 1-6 "1 Miren, el Señor arrasa la tierra y la deja desierta, trastorna su faz y dispersa a sus habitantes. 2 Correrán la misma suerte tanto el pueblo como el sacerdote, el esclavo como su señor, la esclava como su señora, el comprador como el vendedor, el que pide prestado como el que presta, el acreedor como el deudor. 3 La tierra es arrasada, sí, arrasada, saqueada por completo, porque el Señor ha pronunciado esta palabra. 4 La tierra está de duelo, desfallece, el mundo se marchita, desfallecen las alturas junto con la tierra. 5 La tierra está profanada bajo los pies de los que la habitan, porque ellos violaron las leyes, transgredieron los preceptos, rompieron la alianza eterna.  6 Por eso la Maldición devora la tierra y sus habitantes soportan la pena; por eso se consumen los habitantes de la tierra y no quedan más que unos pocos.

  • Convertíos ahora, porque habéis de morir
Ezequiel 33: 11  "11 Tú diles, en cambio: "Juro por mi vida –oráculo del Señor– que yo no deseo la muerte del malvado, sino que se convierta de su mala conducta y viva. Conviértanse, conviértanse de su conducta perversa! ¿Por qué quieren morir, casa de Israel?".


  • Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza,   porque se acerca vuestra liberación.
Lucas 21, 28 " 28 Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza porque está por llegarles la liberación.

REFERENCIAS DEL FIN DE LOS TIEMPOS:

     1.     El inicio de las Grandes tribulaciones
          
      2.    Los desastres naturales
     
     3.    El caos moral y social
     
     4.    La crisis en la Iglesia Católica
    
    5.    La Instauración del Nuevo Orden Mundial,

     6.    El Gran Aviso,
         a.    primera parte
         b.    segunda parte: Señales
         c.    tercera parte: el impacto
         d.    cuarta parte.  Qué hacer