Estoy pensando en el famoso ¿usted no sabe quién soy yo? Y he
llegado a varias conclusiones. A los únicos
que todos estamos obligados a conocer es a aquellos a quienes los medios nos refriegan
todos los días como Presidente de la República, James, Shakira, Vives, Mencha,
Uribe, Tirofijo y por ahí dos o tres más
y únicamente porque los medios no los refriegan todo el día. O aquellos que por algo especial deben estar
en nuestra memoria, como Bolívar, Santander y otros.
Respecto de todos los demás nadie tiene por que saber
quienes son. Esto ha sido probado hasta
la saciedad en las campañas políticas donde los candidatos a pesar de los
millones que se tiran en publicidad y en lagarterías, la gente no alcanza a
saber quienes son y no pasan en su impulso electoral del arrancón o su
lanzamiento, como ha pasado con Mockus, y tantos otros candidatos que no pasan
de un opaco brillar en lo local y no logran el puesto anhelado y esto únicamente
porque nadie sabe quienes son.
Pero en los casos como el del idiota del fin de semana, o el
del magistrado de anoche, o el hijo del magistrado de hace unos días o el del
representante costeño el problema que se destapa es otro, lo que se destapa es lo
que la sociedad está pensando de sus normas o de quienes tienen el deber de
aplicarlas.
Desafortunadamente creo que en este caso la rebelión es
contra la autoridad encargada de aplicar las normas. Yo siempre he creído que si uno se revela
contra la autoridad lo revientan en la aplicación de la sanción, al Policía se le
debe respetar únicamente porque está ahí, con su uniforme verde, su actitud
marcial, su bolillo o inmovilizador como le dicen por ahí, o con su arma de
dotación, pero fundamentalmente porque representa a la República y a la
majestad de sus leyes, y a las instituciones. El Policía es quien DEBERÍA representar todo
eso.
Pero la realidad es otra. Cuando usted comete una infracción o delito, no
se le viene encima la República, o la
majestad de sus leyes, o las instituciones, lo que se le viene encima es un: uy hermano que embarrada, usted cometió tal infracción y lo voy a tener que sancionar, dejando abierta las
puertas para lo que va a pasar después que no es otra cosa que una insinuación
detrás de otra mostrando cual es el camino de la coima. Y cuidadito usted los enfrenta exigiendo
respeto porque lo que se le viene encima es una tremenda matoneada. Evidenciado, ahí es cuando el Policía es el
que pide respeto.
Cuando frente a la acción de la Policía los ciudadanos
graban lo que está ocurriendo como pasó con Gaviria, la actitud de los
policiales es de inactividad total y el “usted no sabe quien soy yo” procede a
escupir, insultar y empujar a la República, majestad de las leyes e
instituciones que el uniformado representa.
Mi conclusión de todas estas situaciones es simple. El Policía debe abordar al ciudadano “siempre”
de acuerdo con su investidura, nunca se debe utilizar un lenguaje coloquial, se
debe cambiar el hermano, el amigo, por un simple, cordial y seco señor o
señora. Ahí si comienza el respeto y el
profesionalismo para la aplicación de la ley.
El procedimiento policial que debe estar perfectamente
delimitado se debe circunscribir a la imposición de la multa, la retención del vehículo o del arma, la
incautación de las drogas, etcétera, y nada más, no debe haber diálogo, al
menos en ese momento, si va a haberlo debe ser en la estación de Policía frente
a un Inspector de Policía o frente a un Fiscal.
En el caso de falta de respeto de parte del ciudadano hacia
el Policía, y solo por eso, aquel debe ser inmovilizarlo y reducido inmediatamente,
esposado y arrestado. y si es posible
grabarlo, pues todos los policías tienen celulares con video.
La primera sanción para quien falta al respeto a un Policía debe
ser un arresto inconmutable de 24 horas y punto. Si quien dice ser alguien en la sociedad,
cosa que contradice al que la alega, resulta ser cierta, como pariente de
ministro, sobrino de general, magistrado o su hijo, etcétera, la pena se debe
duplicar, pasa inmediatamente a 48 horas, pues quienes son alguien en la
sociedad, tienen una especial obligación respecto de quienes no somos nadie en
la misma, pues además de todos los privilegios recibidos tienen la obligación
de dar buen ejemplo de cumplimiento de la ley.
Pero si además el ciudadano privilegiado insulta, amenaza y todo esto que
vimos, que lo lleven a 72 horas de arresto, pero inconmutables, para que su
papi, o tío, o mozo o lo que sea no lo pueda sacar de esa situación, y si lo
hace, se de lugar a especiales investigaciones y sanciones, es decir que el
problema sea tan grande que nadie piense, o se arriesgue a alegar ser alguien
en la sociedad.
Además el centro de detención para quienes faltan al respeto
al Policía debe estar abierto a la prensa, y a las veedurías ciudadanas para
que todos seamos capaces de verificar el cumplimiento de la ley sin ventajas
indebidas, por apellidos o por posiciones.
De pronto el principio del cambio para esta sociedad, sea
ver una Policía a la que a uno ni de vainas se le ocurra faltarle al respeto.
1 comentario:
" La mujer del César no solo debe serlo...... sino parecerlo! "
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