CARTA A SANTOS

Antiguamente solo algunos de los paisitas miembros del alto gobierno fueron informados de que mi barrio era el mejor de Bogotá y por eso solamente algunos de ellos se vinieron a vivir acá y como Uribe los tenía enhebrados, salían con sus escoltas a primeras horas de la mañana y volvían a altas horas de la noche, en consecuencia los andenes y calles estaban libres de la acción descomedida, desproporcionada y abusiva de sus escoltas, motos y choferes. Solo en contadas ocasiones había desmanes que en últimas eran fácilmente administrables o por lo menos tolerables por la ciudadanía inerme y respetuosa de la autoridad y de sus abusos.

Cuando el ahora señor presidente Santos resolvió no irse a vivir al palacio de Nariño, rompió el precarísimo equilibrio que existía en el barrio, ahora los escoltas están completamente desconcertados y andan como locos, viendo como en la más precaria naturaleza quién es quién, el que deberá instalarse en la parte alta de la cadena alimenticia. El equilibrio natural que existía se volvió a romper, él lo rompió, las calles se llenaron de camionetas, escoltas, motos y soldados que están empeñados en hacernos saber a todos que su misión es la máxima a que puede aspirar un miembro de la Fuerza Pública: cuidar al señor Presidente de la República a su cónyuge y a sus vástagos. Para lo cual están dispuestos a todo, incluso a traer los efectivos de la guerra al otrora apacible barrio de Rosales.

Antiguamente ya sabíamos que el equilibrio del barrio era más o menos así, en la parte alta de la cadena alimenticia callejera estaban los escoltas: de Pedro Gómez, de Enrique Santos, de los traquetos del barrio, a veces muy ocasionalmente, los de la viuda de algún ex presidente, o los de un ex presidente, es que por aquí transitan, los Pastranas, los Samperes, pero también los Pomaricos, los Gómez, en fin, magistrados de las cortes, dueños de empresas, etcétera, mejor dicho la pesada, debajo de ellos estaban los yupis de la bolsa y los de las oficinas de abogados del sector, más abajo las amas de casa, los pensionados y por últimos los más ancianos del barrio.

Hoy en día el problema se agravó porque la mayoría de los altos funcionarios del Gobierno también viven en este barrio, hay ministros, jefes de departamentos administrativos, viceministros, porque gracias al cambio de mando resulta que ahora el alto gobierno se compone de bogotanos o de personas ya enraizadas en la capital, que como ya se deduce sabían que este es el mejor de la ciudad y por eso se instalaron en él y como hoy en día se les considera altos funcionarios o funcionarios que ostentan altas dignidades del estado y ya no los tratan como a ordeñadores del Ubérrimo, salen y regresan del trabajo a la misma hora que todo el mundo, además también almuerzan y como el jefe máximo lo hacen en la casa o cerca de su casa (del jefe) no va y los llame de urgencia: por eso el tráfico de la hora del almuerzo también se volvió la locura.

Ya la suma de males debemos agregar que el alcalde de Bogotá y el encargado de la secretaría de movilidad, son una par de idiotas que no hacen valer su investidura y todo el mundo se los pasa por la faja, la peor policía de Colombia, sin duda es la del tránsito de Bogotá.

Pero no todo es malo he visto personalmente varias veces cosas como la siguiente. A las 8:30 de la mañana pasa el señor Gobernador de Cundinamarca con sus 8 camionetas y otras tantas motos tirándose en el tráfico, pareciera que la única movilidad que les importa es la de ellos, los demás que se jodan, pero de pronto el convoy es partido por toda la mitad se les atraviesa una moto de la Policía, con un policía de esos de dos por dos y les daña el caminado porque viene la señora del presidente de la República quien pasa oronda, Coca Cola mata tinto, les echan camionetas más grandes, tripuladas por guaches más mal encarados y les joden el abuso a que estaban sometiendo a los vecinos mientras, los vecinos aplaudimos la acción. Un abusador es abusado por otro de más jerarquía.

A la misma hora, a pocas cuadras pasan no sé cuantas, veinte o más camionetas y motos y ambulancias, las que supongo del Presidente de la República, echándoselas a todo el mundo y mostrando las armas por las ventanas, lo entiendo y lo justifico, este barrio está lleno de personas de la tercera edad y todos lo sabemos, los viejos son malgeniados, mal encarados, y a pesar de que manejaron los destinos del país durante cincuenta o más años son terroristas en potencia, por eso el presidente y su escolta los tienen que abusar, espantar y amedrentar. Para eso se les echa la caravana completa encima. Así es como se ejerce el poder. Bien por ellos, aplausos y condecoraciones de orden público a los coordinadores de ese abuso. De todas maneras me encantaría saber qué pasaría si un Fitipaldi de esos estampa al Presidente contra un muro y lo jode, porque de escolta o no esas camionetas tienen un límite y yo creo que cerca del es que las manejan.

Hace poco una moto de la Policía paró a una escolta militar, sin duda, de alto mando porque eran un jurgo de piscos y fue chistosísimo ver las caritas de desasosiego y desamparo de todos ellos mientras les desfilaba por la cara alguien de la familia presidencial. Desafortunadamente no alcancé a ver quién era el mago, pero sí a gritarles vainas mientras me les reía en la cara

Lo verdaderamente entretenido ocurre al medio día, hay un verdadero choque de trenes porque los ricos, los poderosos y los famosos vienen al almuerzo y así sí se arma la de Troya, pues todos se sienten y creen dueños de la calle y en medio de ella todos quieren parquear, yo finalmente sigo sin entender porque uno puede comprar un carro de más de cien millones de pesos, pero no pagar un parqueadero de solo diez mil. En el Carulla de la 72 la gente parquea sobre la calle que está prohibido y sobre la carrera quinta donde también está prohibido, el resultado es que una vía arteria principal se convierte en una de un solo carril, mientras que el otro es el parqueadero de los escoltas que compran un sánduche y gaseosa y de las señoras y señores que entran a reforzar el mercado, en la calle siguiente sobre la misma quinta se parquean carros enfrente del restaurante Armadillo, será para facilitar el conejo de su patrón.

En la 70 entre quinta y séptima se llena a lado y lado la calle de escoltas y camionetas, tanto que se vuelve una calle de dos carriles y a veces de uno. Lo mejor de todo es que la Policía de tránsito de Bogotá no aparece por ningún lado, ni siquiera para multar a quienes ni siquiera tienen chofer. Es un caso típico de que la ley es solo para los de ruana, pues ellos son los que se joden con el trancón en los buses y las busetas.

Pero en realidad esta nota no es para defender a los de ruana, a ellos que se los lleve el tigre, finalmente así ha sido desde la época de la conquista y siempre hay de ruana, esta nota es en defensa de los viudos del poder, por ejemplo la esposa del presidente Pastrana y mamá del otro presidente Pastrana, la pobre tiene una camioneta con un chofer y una escolta, todo el mundo le pasa por encima, pilas, esto es un llamado a la sensatez y a la cordura, al presidente Samper y a su señora, con una camioneta genérica, un chofer y una escolta, chimbo, así no se puede, hasta los choferes de la policía les echan la Luv de servicio encima, eso por no hablar de por ejemplo del ex-ministro Palacios, él maneja su carrito con una moto de cortesía de la Policía, como será que el otro día un par de señoras lo iban a coger a calvazos.

No me parece justo señor Presidente que altere el equilibrio del barrio de esa manera, y esa es mi queja. Doctor Santos, por favor reflexione, sí es que usted en solo 8 o 12 años también será viudo del poder y como toda esta pobre gente, estará pariendo borugos en el hostil tráfico bogotano.

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