APUNTES SOBRE LA ORACIÓN CATÓLICA

Una pregunta que aparece siempre en los caminos de conversión cristiana tiene que ver con la oración, qué es la oración, cómo se hace, a quién se le dirige, cuándo se debe orar y otro montón de preguntas que por lo general nunca son respondidas, tratando de despejar estos interrogantes hice este corto escrito.

La oración no es otra cosa que la elevación del alma a Dios, para alabarle, darle gracias, implorar perdón por nuestros pecados y pedirle lo que necesitamos.  La oración “es un acto excelentísimo”, por lo honroso que es para el hombre elevarse hacia su creador y conversar con Él, además de que por esta comunicación alcanza bienes de incalculable valor.

La elevación del alma implica que sus dos facultades principales: entendimiento y voluntad se dirijan a Dios; el entendimiento pensando en Él, o hablando con Él; y la voluntad excitándose a efectos de adorarlo, amarlo, pedirle, etcétera.  Frecuentemente se entiende la oración como la petición a Dios y por eso se define como la petición a Dios de las cosas que nos son convenientes.

Dios escucha siempre nuestras oraciones; lo dice la Biblia: (Jer 29,12)"Me invocarán, y yo les escucharé";  (Jn 16,24) "Pidan y recibirán".

En este escrito me voy a centrar en las cualidades de la oración y algunas de sus características, en escritos siguientes hablaré de la necesidad de la oración, de sus circunstancias, de sus efectos y eficacia y luego de algunas clases de oración.

CUALIDADES DE LA ORACIÓN
Las cualidades de la oración son: la atención, la devoción, la humildad, la confianza y la perseverancia.

LA ATENCIÓN:
La atención consiste en pensar en Dios y en las necesidades que le exponemos, es una cualidad indispensable, San Agustín decía “¿cómo pretendes que Dios te escuche si tú mismo no te escuchas?” la atención, es pues, imprescindible, quien ora sin atención no puede pretender que Dios lo escuche.  Santa Teresa dijo: “oración que no se advierte con quien habla, y lo que pide, no la llamo yo oración aunque mueva mucho los labios”.

La atención debe ser a: 
a.     Las palabras de la oración para pronunciarlas bien,
b.     Al sentido de la oración para entenderlo y gustarlo
c.     A la presencia de Dios para unirse a Él.

El segundo es mejor que el primero y el tercero mejor que el segundo y el primero.  Y ojo, las distracciones durante la oración son pecado cuando las consentimos, por la irreverencia que envuelven hacia Dios y por el contrario, si procuramos vencerlas llenan de mérito nuestra oración por el esfuerzo que implica.

Por eso en el libro del Eclesiástico 19,23 somos invitados a que “antes de la oración prepara tu alma, y no seas como hombre que tienta a Dios, para ello es recomendable lo siguiente:
1.     Buscar el lugar y tiempo más oportunos.  
a.   La oración debe ser íntima Mateo 6,5 “Cuando oréis, no seáis como los hipócritas , que son amigos de orar puestos de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa.  Tú por el contrario, cuando te pongas a orar, entra en tu aposento y, con la puerta cerrada, ora a tu padre, que está en lo oculto; y tu padre, que ve en lo oculto, te recompensará”

Dios no está en contra de que oremos en público, ni tampoco lo critica ni lo juzga, más lo que sí condena es aquella persona que se levanta sintiéndose más que los demás y pretende ser visto por todos, pues eso no es humildad sino soberbia.

La gente hipócrita podríamos decir que es aquella que se cree y que incluso da “testimonio” de que en cuanto ora, Dios le responde; aquella que cuando hay oración en grupo, levanta la voz para acallar a los demás y ser ella la que llame la atención de todos los presentes; aquella que siempre está acaparando los momentos idóneos para llamar la atención de la manera en que ora.

b.   Salmo 22, 23, 25  Anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea.  Los que teméis al Señor alabadle; estirpe toda de Jacob Glorificadle, temedle, estirpe toda de Israel.  Pues no desprecia ni desdeña la miseria del mísero, ni le oculta el rostro; cuando el clama le escucha.

2.     Recogerse unos momentos antes de la oración, para pensar en lo que se va a                     hacer y determinarse a hacerlo bien.
3.     Conservar recogidos los ojos, y
4.     Alejar la distracción tan pronto se advierte

LA DEVOCIÓN
La devoción, consiste en el vivo deseo de honrar a Dios y ser escuchado.  Es necesaria porque Dios escucha el corazón y no los labios, y porque el fruto es proporcionado por el fervor.  Decía santa Teresa “¡Oh Señor! ¡Qué fuerza tiene para voz un suspiro salido de las entrañas!.  Rezar sin deseo ni fervor equivale a decirle a Dios que no apreciamos el bien que le pedimos 

LA HUMILDAD
La humildad consiste en reconocer ante Dios nuestra nada, indignidad y miseria y pedirle  nos socorra.

Nuestra nada porque antes Dios nuestro ser es como nada salmo 38,6; nuestra miseria, porque estamos llenos de necesidades y flaquezas; nuestra indignidad, porque muchas veces hemos correspondido con ofensas a los favores divinos.

La humildad en la oración es indispensable, porque Santiago 4, 6 Dios resiste a los soberbios y a los humildes da su gracia. Y Eclesiástico 35, 21 La oración del humilde traspasa las nubes, y hasta que no alcanza su fin no se contenta, ni desiste hasta que el altísimo la atienda y haga justicia a los justos dictando sentencia.

Como ejemplos encontramos la parábola del fariseo y el publicano en Lucas 18, 9-14 “Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano.  El fariseo, quedándose de pie, oraba para sus adentros <<Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como ese publicano.  Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo que poseo.  Pero el publicano quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: <<oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador>> Os digo que este bajó justificado a su casa, y aquel no.  Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será ensalzado.

En la parábola del joven rico Lucas 18,18, el joven rico pregunta “maestro bueno, ¿qué puedo hacer para heredar la vida eterna? Le respondió Jesús: --Porque me llamas bueno? Nadie es bueno sino uno solo: Dios… y terminando el relato le dice “vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos.  Luego ven y sígueme”

Pero por qué este requisito tan severo, el joven cumplía con todos los mandamientos y, aun así, le pide todavía el Señor que venda sus bienes los regale y le sirva, por qué: porque Jesús, que conocía el corazón del joven, sabía que estaba buscando una forma de ganarse la salvación a su manera. Puede haber pensado, por ejemplo, que el Maestro le daría una tarea específica o una buena obra que hacer que le diera la vida eterna, una obra que no le exigiera humillarse ni colocar su vida incondicionalmente bajo la autoridad de Cristo. Pero en lugar de ello, Jesús puso un requisito que ilustraba claramente el asunto básico, cual era el deseo del joven de retener el control de su vida.

Jesús no quiso decir que la salvación en realidad se pueda ganar por medio de buenas obras. Incluso si el joven rico hubiera repartido todas sus riquezas para seguir a Cristo, no se hubiera ganado la salvación, porque lo que pedía Jesús al joven era que renunciara a su deseo de autonomía, y reconociera la autoridad de Dios de hacer lo que Él quisiera con su vida, es decir lo que Jesús le pedía al joven rico era humildad.

LA CONFIANZA
La confianza consiste en esperar firmemente de la bondad de Dios lo que pedimos.

La confianza es indispensable.  Nuestro Señor así lo establece “cuantas cosas pidieres en la oración creyendo, las recibiréis.  Y Mateo 21, 21  Jesús le dijo: --“En verdad os digo que si tenéis fe y no dudáis, no solo haréis lo de la higuera, sino que incluso si le decís a este monte ¡arráncate y échate al mar, se hará. Y todo cuanto pidáis con fe en la oración lo recibiréis.
Y Santiago 1,6 Pida el hombre con fe, sin dudar nada, porque el que duda es semejante a la ola del mar que va y viene; por eso no piense aquel hombre que recibirá cosa alguna de Dios.

O en Mateo 7, 7,8  Pedid y se os dará; buscad y encontrareis; llamad y se os abrirá.  Porque todo el que pide recibe; y el que busca encuentra; y al que llama se le abrirá, la oración debe ser confiada, porque pedimos sabiendo, que el resultado de nuestra petición será concedido.

Y en el Salmo 23 El Señor es mi pastor, nada me falta.  En verdes prados me hace reposar; hacia aguas tranquilas me guía; reconforta mi alma, me conduce por sendas rectas por honor de su Nombre.  Aunque camine por valles oscuros, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo; tu vara y tú cayado me sosiegan.

Preparas una mesa para mí frente a mis adversarios.  Unges con oleo mi cabeza, mi copa rebosa.  Tu bondad y mi misericordia me acompañan todos los días de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por dilatados días.

Para alimentar nuestra confianza debemos tener presentes la omnipotencia y bondad infinitas, y dice el Salmo 102, 13 “Como se compadece un padre, de sus hijos, así el Señor se compadece de los que le temen, porque conoce nuestra miseria, y sabe que somos polvo”.

Y por último, San Pablo en la carta a los Romanos 8,32 “El que no perdonó a su propio hijo, sino que lo entregó a la muerte por nosotros, cómo, después de habérnoslo dado, dejará de darnos cualquier otra cosa?” 

LA PERSEVERANCIA
La perseverancia consiste en ser constantes en la oración, no dejándola por desidia, desconfianza o fastidio.

Esta es una cualidad indispensable para la oración, así Cristo mismo nos dice en Lucas 18,1 “es necesario orar y no desfallecer, esto es, no dejar nunca de orar” y en Mateo 10,22 “El que persevere hasta el fin será salvo”, mucho más tarde, San Agustín señalaba, por su parte, lo siguiente: “Mientras no se aparte de ti tu oración, puedes estar seguro que no se ha apartado de ti la misericordia de Dios”, y sigue diciendo que a pesar de que nuestras oraciones puedan parecer inútiles, no se debe desfallecer en la oración, porque “ciertas gracias no son negadas, sino diferidas, para ser dadas a su debido tiempo.

Dios difiere escucharnos ya para castigar nuestros pecados, ya para movernos a mayor humildad y fervor; ya en fin, para dar mayor mérito a nuestras oraciones.  En efecto, si inmediatamente consiguiéramos cuanto pedimos, no habría mérito en orar.

Mateo 26, 40,41 “Vuelve junto a sus discípulos y los encuentra dormidos; entonces le dice a Pedro:

¿Ni siquiera habéis sido capaces de velar una hora conmigo?  Velad y orad para no caer en tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es débil”.

La perseverancia consiste en volver a emprender el camino, suceda lo que suceda, después de cualquier tormenta o de cualquier periodo de flojedad. Es una virtud, hija de la humildad porque la humildad es profundamente perseverante y no se desanima jamás. El orgullo es el que se desanima sólo él es el que hace fracasar a la perseverancia.

El que persevera ama, y el que ama persevera, por eso perseverar, en el orden espiritual, es sinónimo de triunfar, porque la perseverancia en la fidelidad de querer asemejarse a Dios es el triunfo seguro: Amar es perseverar y perseverar es amar.

Más vale en la oración, una oración pobre pero regular, que una oración sublime pero eventual.  La Perseverancia es una virtud imprescindible, “El que perseverare constantemente en la oración y en la mortificación de sí mismo, por muchos descuidos que tenga y por más que se distraiga, si no dejare su buen propósito, es decir, si persevera, realmente llegará a la perfección y a la unión mística; y si no lo logra en esta vida será en la muerte, y si tampoco entonces lo alcanza, sin duda lo alcanzará después de la muerte”. Francois-Louis de Blois monje benedictino.

Pero ojo, en el orden material cualquier obra que se emprenda es mensurable, por eso uno puede parar mirar y evaluar, y ahí corregir y seguir, la tragedia de la vida espiritual es que no apreciamos lo que avanzamos y al ver la falta de avance es muy fácil desanimarse y abandonar el trabajo, es decir dejamos de persistir y preciso ahí es que está la garra del demonio.  Es necesario seguir perseverando en la oración, recordemos que el maligno nunca descansa, y san Pedro (2Pedro 5,8) nos lo recuerda “Sed sobrios y vigilad, que vuestro enemigo el diablo, como león rugiente anda rondando y busca a quién devorar, resistidles firmes en la fe.

Siempre que sienta que la oración no me ha llevado a ningún lado, que no he obtenido nada, debo pensar en que ya obtuve el mayor resultado de la oración, que es nada más y nada menos que haberme unido a mi Señor y rey y que he perseverado sin descanso en esta unión con Él.  Lo que pasa es que Dios en la medida en que lo amemos y deseemos se nos revela, Dios nunca puede ser o tomado por asalto, a Él no lo podemos extorsionar.  La Santísima Virgen María oraba como respiraba su vida entera estaba ofrendada a Dios, oraba sin cesar y sin dejar de perseverar.

Salmo 44, 23   “Pero por Ti se nos mata cada día, se nos trata como a ovejas para el matadero. ¡Despierta! ¿Por qué duermes Señor? ¡Quédate en vela! No nos rechaces para siempre. ¿Por qué escondes tu rostro? ¿Olvidas nuestra miseria y opresión?  Nuestra alma está hundida en el polvo, nuestro vientre yace en tierra.  ¡Levántate a socorrernos! por tu misericordia ¡redímenos! 

1.  LA ORACIÓN TAMBIÉN TIENE OTRAS CARACTERÍSTICAS:
Debe ser siempre en  NOMBRE DE JESÚS, Juan 14,13 “Y lo que pidáis en mi nombre eso haré, para que el Padre sea glorificado en el hijo.  Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré”.

También debe ser PIDIENDO COSAS BUENAS, Lucas 11, 11,13, ¿Qué padre de entre vosotros, si un hijo suyo le pide un pez en lugar de un pez le da una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?

SALMO 34, 17-24 Señor ¿hasta cuándo te quedarás mirando? Libra mi alma de sus estragos, mi vida de los leones.  Te daré gracias en la gran asamblea, te alabaré entre un pueblo numeroso.
Que no se alegren a mi costa mis enemigos alevosos, ni guiñen el ojo los que sin razón me odian.  Porque no hablan de paz, sino que traman engaños contra los pacíficos del país.
Con grandes carcajadas hablan contra mí: ¡vaya, vaya! Con nuestros ojos los hemos visto.
Tú lo has visto, Señor. No te calles mi Señor, no estés lejos de mí.
Despiértate, vigila para hacerme justicia,  Dios mío, mi Señor, en favor de mi causa.

Júzgame según tu justicia, Señor Dios mío, que no se alegren a mi costa.

2.  Pidiendo LA VOLUNTAD DE DIOS, Marcos 14, 36 Nuestro Señor Jesucristo Decía: --¡Abba, Padre! Todo te es posible, aparta de mí este cáliz; pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.

3.  Tiene que ser AGRADECIDA, Lucas 17, 11, 19 Al ir camino a Jerusalén, atravesaba los confines de Samaría y Galilea; y, cuando iba a entrar en un pueblo le salieron al paso diez leprosos, que se detuvieron a distancia y le dijeron gritando:
--¡Jesús Maestro ten piedad de nosotros!
Al verlos les dijo:
--Id y presentaros a los sacerdotes.
Y mientras iban quedaron limpios.  Uno de ellos, al verse curado, se volvió glorificando a Dios a gritos, y fue a postrarse a sus pies dándole gracias.  Y este era samaritano.  Ante lo cual dijo Jesús:
¿No son diez los que han quedado limpios? Los otro nueve donde, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?
Y le dijo: --Levántate y vete; tu fe te ha salvado”.

4.  Debemos orar sin PENA, sin VERGÜENZA, DE MANERA IMPERTINENTE  Lucas 11, 5-8
--¿Quién de vosotros que tenga un amigo y acuda a él a media noche y le diga: <<amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío me ha llegado de viaje y no tengo que ofrecerle, le responderá desde dentro: <<No me molestes, ya está cerrada la puerta; los míos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos>>?

Os digo qué, si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos por su impertinencia se levantará para darle cuanto necesite.

Así pues, yo os digo, pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamada y se os abrirá; porque todo el que pide recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.

Dios es el amigo al que podemos acudir a media noche, no importa la hora, a Él acudimos y el responderá a si no seamos sus amigos y se levantará para darnos todo aquello cuanto necesitemos.

5.  Por último, la ORACIÓN DEBE SER COHERENTE, coherencia es un concepto que se utiliza para nombrar a algo que resulta lógico y en lo que se concatenan los conceptos entre el consecuente y su antecedente, la oración coherente por excelencia es el Padre Nuestro.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica 579 El Padre nuestro es el resumen de todo el evangelio (Tertuliano), es la más perfecta de todas las oraciones (Santo Tomás), recoge en forma de oración el contenido esencial del evangelio.

Es una oración situada en el centro del sermón de la montaña en Mateo 6, 6-14  Tu por el contrario cunad, cuando te pongas a orar, entra en tu aposento y, con la puerta cerrada, ora a tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre que ve en lo oculto, te recompensará.  Y al orar no empleéis muchas palabras como los gentiles, que piensan que por su locuacidad van a ser escuchados.  Así pues no seáis como ellos, porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis.  Vosotros en cambio orad así:

Padre Nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad, como en el cielo también en la tierra; danos hoy nuestro pan cotidiano; y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos pongas en tentación sino líbranos del mal.

Porque si les perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre Celestial.  Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados.


No hay comentarios.: