CUANDO EL PAPA HABLA DIOS NO SE MUDA

Son atributos del entendimiento de Dios: (i) La Omnipotencia, Salmo 134.6 “Todo cuanto quiso el Señor lo hizo”; (ii) La Bondad, Lucas 17,19 “Nadie es bueno sino solo Dios”; (iii) La Santidad, Salmo 44,5 “Amaste la justicia y aborreciste la iniquidad”; (iv) La Veracidad, Su Fidelidad y Su Justicia, de las cuales podemos predicar que: en cuanto a La Veracidad solo puede enseñarnos la verdad, nunca el error y la mentira, pues según el libro de los Números 23,19 “No es Dios como el hombre para que mienta” y, además, Dios es infinitamente veraz, porque siendo infinitamente sabio, no puede engañarse, y siendo infinitamente santo no puede engañarnos. (v) La Fidelidad, salmo 144, 13 – cumple estrictamente tanto sus promesas como sus amenazas. “Fiel es el Señor en todas sus obras”.  (vi) La Justicia, Proverbios 2,14 “retribuye a cada cual según sus obras, premiando al bueno y castigando al malo”.

Al hablar de los atributos de su esencia podemos decir, que Dios es infinito e inmutable, no puede recibir más perfecciones que las que tiene, dado el hecho incontrovertible que si las necesitara dependería, entonces, de aquel que se las diera y por lo tanto dejaría de ser Dios para que aquel otro lo fuera. 

Así las cosas vemos que todo en Dios es en grado sumo e ilimitado: sus perfecciones, sus atributos y sus cualidades, su: sabiduría, honestidad, bonhomía, justicia, etcétera, son sin límite alguno, las tiene completas: infinitas, por eso no puede recibir nada más de lo que ya tiene, pues no hay más, y además lo que tiene lo tiene en grado de perfección absoluta, por eso no hay error ni en la cantidad, ni en la calidad. 

Dios no cambia.  Junto con su infinitud encontramos su inmutabilidad, esto es, que no está sujeto a cambios ni en su ser, ni en sus designios, ni tampoco, en los propósitos de su voluntad, porque todo lo que sucede ya lo tenía previsto y determinado desde la eternidad.  Y no lo puede hacer, porque no puede adquirir nada nuevo, ni perder nada de lo que tiene, si así pasara ya no sería infinito, y el cambio de designios importa, necesariamente, el conocimiento de cosas que antes se ignoraban y Dios desde la eternidad todo lo sabe, por eso en Santiago 1,17, nos dice, “Dios, en quien no cabe mudanza ni sombra de variación” y en Malaquías 3,6, también, “Yo soy el Señor y no cambio”.

Como la Iglesia fue creada por Jesucristo para que mediante ella participáramos de sus méritos para salvarnos, comparte con Él muchas de sus cualidades y atributos.  Por ejemplo, la Invariabilidad, mediante la cual ha conservado y conservará el tesoro recibido de Cristo Jesús, a saber: (i) El dogma, que es todo ese conjunto de las verdades de la fe, que se nos revelaron en la Sagrada Escritura y en la Tradición;  (ii) La moral, que es la ciencia que guía nuestros actos y ordena nuestra conducta de acuerdo con una determinada norma de obrar; (iii) Los sacramentos, que son signos sensibles instituidos por Cristo para darnos: la gracia, las virtudes, y los dones del Espíritu Santo.   Por ser instituidos por Cristo, la Iglesia no puede cambiarlos ni su esencia, ni establecer nuevos, solo puede reglamentar sus ceremonias; y por último (iv) la estructura de la Iglesia.

A pesar de que ni los dogmas, ni la moral, ni los sacramentos, ni la estructura de la Iglesia puede ser tocada, pues por haber sido dados por Cristo, y por eso son veraces, y comparten sus atributos divinos de la infinidad y la inmutabilidad, Francisco, el falso profeta, ha dado puntadas para realizar cambios en todos los aspectos, planteando cambios y abriendo puertas para adaptar la Iglesia a una modernidad que repugna y contradice todo lo que hemos aprendido y practicado durante 2.000 años.

En Marcos 16,16 el Señor nos dice que “el que crea y sea bautizado se salvará, pero el que no crea se condenará”.  Por eso la Iglesia tiene que ser infalible, es decir que no puede errar en asuntos pertinentes a la fe y a la moral, pues si pudiera errar, tendríamos que aceptar que Dios nos obliga a aceptar el error, lo que repugna a su sabiduría y a su santidad.

Cuando el Papa habla, por ser la máxima autoridad de la Iglesia Católica, por tener privilegios especiales como ser la roca sobre la cual se funda la Iglesia, por la infalibilidad que tienen sus pronunciamientos, tenemos la tendencia a creer a pie juntillas, con los ojos cerrados, lo que esta máxima autoridad diga.  Y participamos de la tendencia, como natural, de no controvertir sus “enseñanzas”, pues es el Vicario de Cristo, entendemos que es el mismo Cristo quien se está pronunciando.

¿Pero por qué personas como nosotros, y en número creciente estamos ahora controvirtiendo y dudando de muchas de las afirmaciones, negaciones, y enseñanzas del falso profeta, el Papa Francisco? ¿Por qué, cada vez es mayor el número de personas que dudan de que Francisco sea el papa?  En el caso mío, ya sé con nivel de certeza que Bergoglio no es un Papa legítimo, y ya estoy sospechando que sea el Falso Profeta de que se habla en el Apocalipsis y algunas de las razones que tengo son las siguientes:

El Papa no puede enseñar el error, si así lo hiciera, significaría que el infierno, esto es el espíritu de error y mentira prevalecería sobre la Iglesia, pues el Papa cuando actúa lo hace como Piedra, y según la promesa de Jesucristo, dada en Mateo 16, 18 “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”, refiriéndose a la Iglesia, y esto no podemos reducirlo únicamente a cuando el Papa habla excátedra, en materias de Fe y de Moral y dirigiéndose a la Iglesia Universal. 

El Papa, como humano que es, no está exento de error, de equivocarse, eso es cierto, pero también es cierto que no puede cometer una equivocación por semana como ha pasado con este Papa.  Desde su elección a hoy a cometido más de 150 despropósitos, errores, contradicción de la doctrina, la moral, los sacramentos, etcétera y todo esto, como se dijo, es intocable, la verdad que son verdades que no pueden ser revisadas, ni cambiadas, ni siquiera por el mismo Dios, pues si así lo hiciera estaría contradiciendo sus propios atributos.

La verdad que Dios nos ha revelado es Inmutable, la verdad que se le ha entregado a la Iglesia Católica es Invariable, por esto no puede ser tocada ni por este Papa, ni por el próximo, ni por ninguno.