Las afirmaciones a
cerca del infierno son con el único interés de alertar sobre el hecho
incontrovertible, además de fe, que tiene que ver con el hecho de que una vez
muera nuestro cuerpo material nos enfrentaremos a la realidad eterna a que nos
hemos hecho acreedores y pude ser vida, pero también muerte, en ambos casos
eterna y en ambos casos irreversible.
Todos sabemos, porque
así está escrito en la Biblia y en esa realidad nos educaron, que Dios nos
creo, casi tan perfectos como a los ángeles, para que lo adoráramos y para
nuestra propia felicidad, esta realidad, este plan original se vio trastocado
por cuenta del pecado original, que implicó que fuéramos expulsados del Paraíso
y enviados a este valle de lágrimas.
Solo por comer del
fruto del árbol del Bien y del mal, fuimos castigados y expulsados del Paraíso,
desde ahí, conscientes de nuestra desnudez y condenados a ganarnos el pan con
el sudor de la frente y esclavos del pecado.
Primera gran prueba de que Dios si castiga. Castigos de los que tenemos multitud de
ejemplos: La Torre de Babel, Sodoma y Gomorra, el diluvio universal, la
persecución y expulsión de Israel, su pueblo durante 1.800 años.
Nuestro Dios es un
Dios de amor, es un Dios de Misericordia, es lo máximo, pero también y no nos
llamemos a engaño, es JUSTICIA INFINITA no seamos inocentes, no nos comamos las
herejías y las patrañas que ahora nos están tratando de meter por entre los ojos
algunos curas. Claro que Dios nos ama y
nos quiere con Él, tanto así, que para redimirnos del pecado envió a su hijo,
Nuestro Señor Jesucristo para que diera su vida por nosotros, derramó en la
cruz hasta la última gota de su sangre para el perdón de nuestros pecados. Pero esto no es así no más. El nos creo gratuitamente, eso es verdad, nos
llenó de dones, también es cierto, pero la salvación necesita de trabajo y
esfuerzo por parte nuestra. Pretender
únicamente, que porque Dios es amor, por eso nos salvaremos del castigo, no
solamente es irresponsable, sino que además es pecado, es pecado mortal y es
uno de los únicos cinco pecados que no tiene perdón porque es el pecado de
presunción y va contra el Espíritu Santo.
Desafortunadamente,
para nosotros, la única que solamente es misericordia, y que nos podría ayudar
a la salvación sin esfuerzo como lo pregona la teología Hedonista que tanto
gusta sería la Santísima Virgen María, pero con un inconveniente grande, ella
no nos puede salvar, pues ella solo intercede por nosotros, la salvación es un
asunto nuestro, con Jesucristo y pare de contar.
A pesar de lo que
digan algunos curas y obispos, el infierno existe, y además es un dogma de fe,
luego es obligatorio para todos los católicos creer en su existencia, es un
lugar, es un estado de la mente, es un castigo eterno y además es terrible,
porque una vez muere la persona enfrenta su juicio particular frente a
Jesucristo, conoce su grandeza y prueba el amor infinito, la verdad infinita,
la misericordia infinita, lo malo, es que también prueba la Justicia
Infinita. Y el juicio consiste en que la
persona compara su vida, sus hechos, sus actos, sus ejecutorias, contra la
palabra, contra Dios, y el alma sabe en ese momento cual es su destino, si el
cielo, el purgatorio o el infierno.
Si el destino es el
infierno, ese terrible lugar, el alma es privada de la chispa del Espíritu
Santo que tiene, por eso se dice que el infierno es la ausencia de Dios, esto
es terrible, no como lo tratan de pintar algunos, es que, una cosa es no sentir
a Dios teniéndolo, como nos pasa a todos muchas veces a lo largo de la vida y
otra es no sentirlo porque no lo tiene, ese es el primer castigo del infierno,
ausencia que se mantendrá a lo largo de la eternidad; el segundo castigo es
saber de lo que se está perdiendo, pues durante el juicio particular estuvo
frente a Él y percibió lo infinito de sus dones y de sus bendiciones; el tercer
castigo, tiene que ver con la presencia permanente de Satanás, recuerde el
susto que genera estar frente a una persona mala, así sea por segundos, que tal
estar frente a la encarnación del mal por toda la eternidad, piense en eso,
cómo será ese terror; el cuarto castigo, es estar en el lago de fuego, pagando,
las consecuencias del pecado y el suplicio correspondiente al pecado
cometido. Solo odio, dolor, y mal. Por toda la eternidad.
Nuestro Señor
menciona varias veces la existencia del infierno. Basta ver la sentencia de
Mateo (25) “Id malditos al fuego eterno”,
y el Apocalipsis nos habla del “lago
de fuego. Casi todos los Concilios han declarado de fe pública la
existencia del infierno y purgatorio y consideran hereje a quien lo niegue. Por
ejemplo el Concilio Lateranense IV (D. 801) dice va a él, los que mueren en
pecado mortal (D1002; D 1306, Etc.), el purgatorio es verdad de fe divina y
católica definido por los Concilios de Lyon (D8569) Florentino (D1304) y
Tridentino (D1820) refrendados por el Vaticano II (Lg. (Nos. 48,49,50). Tomado de una carta de Rafael Arango R.
El catecismo de la
Iglesia Católica, ordenado y realizado por Juan Pablo II y por el papa
Benedicto XVI, cuando era cardenal, desde el numeral 1033 advierte sobre la existencia del infierno,
sobre esa realidad tan terrible y siguiendo las enseñanzas de Cristo, la
Iglesia advierte a los fieles de la triste y lamentable realidad de la muerte
eterna, llamada también infierno.
La Virgen en Fátima
muestra el infierno a los niños, que terriblemente asustados convierten sus
inocentes vidas en una penitencia total. De su gravedad y dificultad advierten
también: Santa Teresa de Jesús, Don Bosco, la Beata Ana Catalina Emmerick,
santa Faustina Kowalska, Marthe Robin y muchos otros.
Solo en la mala fe absoluta y en el intento de
llevar almas al infierno se puede entender la pertinaz insistencia de teologías
modernas Holandesa, Alemana, Hedonista, de la Liberación, negando la existencia
y sustrayendo a los fieles de sus obligaciones y cargas para lograr la
salvación del alma, pero claro, al negar el castigo, así como el lugar del
castigo, podría uno concluir que da lo mismo portarse como Teresa de Calcuta o
cualquier persona, pues en todos los casos los méritos o reprimendas por la
conducta durante la vida conducen al mismo sitio. Dios es retributivo, recompensa a quien le
obedece y castiga al que no vive su palabra y la rechaza, ignora o
desobedece. Mateo 25: “venid benditos de mi Padre al Reino, pues
obedecieron la ley del amor y las obras e id malditos al fuego eterno” para
quienes rehusaron obedecer sus mandatos de dar la vida por los demás. Esta frase es terrible pues llegado el
momento de perder a Dios para siempre, el condenado exclamará y se dará cuenta
que ha perdido a su Creador, a su Redentor y a su Padre. Ha perdido a Dios y con dios ha perdido a
María, ha perdido la vista de los ángeles, ha perdido todo. No puede haber nada peor que saberse
condenado para siempre.
“Muchas almas van al infierno porque nadie ora por
ellas”, dice
la Virgen de Fátima e invita a la conversión de todos y a no ignorar las
realidades eternas y so pretexto de no asustar a las personas, guardar silencio
y quitar a las personas el conocimiento de aquello que le infundía “un santo temor de Dios” y terminar con
un facilismo religioso en donde Dios se convierte en un alcahuete de nuestros
pecados (carta de Rafael Arango).
Se pueden traer decenas
de citas bíblicas o doctrinales donde se habla del Infierno, del demonio y del
castigo eterno. Hay libros enteros
dedicados a eso. Le recomiendo, leer
directamente del catecismo y de la Biblia y pedir en oración al Espíritu Santo
que lo ilumine y lo llene de gracia, y sobre todo a los sacerdotes que no creen
en el infierno y arrastran con ellos a muchas almas a la perdición. Por ver eso es que he decidido no callarme y
alertar a la gente. Abrir los ojos. Desmontar esa religión farsante y ridícula
que algunos sacerdotes están organizando.
Si en el proceso
racional, lo que se quiere es usar el criterio de autoridad, debemos utilizar
citas de verdaderos teólogos y no de los teologuitos, sí, así en diminutivo, que
hoy están tratando de negar la existencia del demonio, le doy citas de
verdaderas autoridades en temas eclesiásticos y teológicos, por ejemplo: Santo
Tomás de Aquino, uno de los más grandes doctores de la Iglesia, quien dice
“...la justicia de Dios requiere la eternidad del infierno como pena indicativa
del mal. Es un principio admitido que
debe existir proporción entre la culpa y la pena, entre el crimen y el castigo. Y en verdad la gravedad de la culpa se deduce
de la dignidad de la persona ofendida.
El pecado ofendido a una Majestad Infinita reviste, por lo mismo, una
malicia infinita, haciéndolo merecedor de un castigo infinito. Pero como el hombre es limitado y finito en
su ser, no puede ser susceptible de una pena infinita en intensidad, pero puede
ser castigado con una pena infinita en duración, es decir, eterna... la
existencia del infierno es un dogma de la razón y un artículo de fe”.
San Pablo, otro criterio
de autoridad dice: “trabajad con temblor y temor por vuestra salvación”. Hay dos caminos, uno es estrecho y áspero,
por el que caminan unos pocos, y el otro es ancho y lleno de flores, que es por
donde camina la mayoría. Cuando le
preguntan Jesús dice, al final muchos querrán entrar y no podrán.
Muchos son los
llamados, pocos son los elegidos, la salvación exige violencia, negación de sí
mismo y una decidida y férrea voluntad para trabajar por la salvación, con
seriedad y disciplina.
Para cerrar vuelvo al
principio. En el Diluvio fueron salvos
únicamente Noé con su familia, en Sodoma y Gomorra Lot con sus hijas, pero no
son los únicos ejemplos hay muchos más.
Luego algo pasa con el Dios bondadoso, misericordioso, madre, cómplice y
parcero que debería salvar a todos como nos lo están tratando de predicar en
algunas partes y el Dios de verdad que castiga a quien muere sin arrepentimiento.
Con todo el respeto,
busquemos a Dios con disciplina, el que aparece en la Biblia y en la doctrina
de la Iglesia, el verdadero, es un Dios que exige renuncia, sacrificio,
penitencia, negación, morir a sí mismo.
Negarse a sí mismo, coger los propios bienes, venderlos, darlos a los
pobres y seguirlo, ese es nuestro Dios, el Dios de la vida eterna, mientras tanto,
el mundo nos ha llevado al placer, la comodidad, el poder, el tener, el
acumular riqueza, ha recorrer la vida por el camino ancho y lleno de flores,
sin esfuerzo alguno para salvar el alma, enfrentándonos sin dudarlo a la
condenación eterna.
Apreciado amigo, lo
invito a reflexionar, a estudiar, lo que está en juego, además de los
comentarios y la sorna y la actitud meliflua y pendeja de algún predicador
contra quien trata de abrir los ojos de sus compañeros, es la suerte eterna del
alma.