NUEVA LEY PARA REGULAR LOS ROBOS


En Colombia vemos leyes para todo, claro que a mí las que más me gustan son las más idiotas o las que versan sobre idioteces, por ejemplo: una más para regular a las motos, cuando el problema de las motos y del tránsito en general se soluciona poniendo policías en la calle para controlar el flujo, es lo único nada más piensen y verán, que otra para que los menores de 14 no entren las redes sociales, cuando el problema no es controlable y menos por ley, o será que el Estado va a entrar a todas las casas a verificar que solo los mayores entran a las redes, o será que el control se hará con las promesas de cumplimiento como ocurre con los controles de contenido donde uno jura o simplemente asegura que es mayor de edad y entra, como pasa con algunas publicaciones que se encuentran en internet.

Como el tema es realmente angustioso para los congresistas, porque yo me imagino el camello de tratar de ser auténtico y pensar en una ley que a nadie más se le ocurra y así poder pasar a la posteridad como le pasó a Emiliani con su ley de puentes y festivos, he pensado en algunas leyes que servirán para que algunos de nuestros congresistas puedan salir de ese atolladero. Por ejemplo: una ley que obligue a los maridos a tener relaciones con sus esposas cinco veces a la semana, una ley que prohíba a los lobos vestirse como lo hacen, otra que regule la actividad creciente del arribismo, y en fin, tantas más, pero prefiero explayarme en una que me parece la más importante debido al incremento del robo y del hurto sobre todo en las ciudades. Se trataría de una ley que regule la actividad de los atracadores, ladrones, estafadores, etcétera, exija idoneidad, asociaciones y tantas cosas que podrían dignificar esa actividad, mejor dicho sería dignificarla y consagrarla como profesión.

La propiedad privada está ampliamente garantizada en nuestro sistema legal, la Constitución, por ejemplo, ordena a las autoridades proteger los bienes de las personas, el código civil regula todo lo que tiene que ver con el uso, goce, transmisión, disfrute, etcétera, de las cosas, el código penal sanciona a quién de manera ilícita toma para sí, lo que es de otro. Ahí está el error, el legislador de manera arbitraria ha regulado cosas atinentes a la propiedad privada y a la conducta de las personas, de acuerdo con un marco social y reglas de conducta hoy en desuso. Es necesario pues, adaptar la legislación, mediante la adopción de una especie de ley marco, que desarrolle y regule todas estas nuevas realidades. Decir que está prohibido robar y sancionado a quien lo haga no es suficiente. Es muy amplio, muy genérico, por eso todo el mundo hace lo que le da la gana.

Los ciudadanos estamos siendo superados ampliamente por quienes se dedican a apropiarse de lo ajeno y las autoridades finalmente poco o muy poco, por no decir que nada, es lo que están haciendo para controlar y evitar estas conductas, ¿cómo así que usted lleva, por ejemplo, un millón de pesos en el bolsillo y por el método del cosquilleo se los sacan del pantalón o cómo así que usted va en un carro de cien millones de pesos o más y lo bajan con una pistola?

No, esto debe pararse, debe restablecerse la proporcionalidad es necesario, que partiendo de la legislación existente se regule todo lo pertinente y se restablezcan el equilibrio perdido entre el ciudadano corriente y el hampón, y qué mejor que una ley de la República para lograrlo.

Quien vaya a robar por el método del raponazo, cosquilleo o cualquier otra habilidad puramente manual podría hacerlo pero únicamente hasta una suma determinada, proporcional al arte que desempeñe o a las artimañas que despliegue, por ejemplo cien mil pesos, que son apenas justos, para remunerar los dedos de seda, pues cómo, si no se invierte capital en equipos como máscaras, bufandas, tapa bocas, pasamontañas, navajas, cuchillos, o armas de fuego, se podría premiar una conducta criminal tan mínima con cantidades superiores de dinero.

Quién al robar o hurtar utilice equipos podrá ir aumentando su capacidad de cobro y por ende mejorar su calidad de vida. Así, una buena máscara o antifaz, guantes de látex para no dejar huellas, una navaja, evidenciarían despliegue de ingenio, de equipos especializados, que probarían la experiencia y preparación del hampón, en fin, su expertise que le permitiría aumentar el rango del robo de los cien mil iníciales a por ejemplo doscientos mil pesos, igual ocurre con la utilización de armas de fuego, ellas permitirán subir de los doscientos mil al millón de pesos. Los límites los fija la imaginación. El trabajo colegiado se premia, no puede valer lo mismo un atraco en solitario, que el desplazamiento de amigos, primos y tíos, para conformar una banda que atemorice a un anciano o a una anciana. Cada persona adicional debe valer una plata extra. Pero también se negociara las calidades de la víctima, no es lo mismo atracar a un alzador de pesas o a un karateca, que a una anciana. Todo, todo se debe graduar.

El control de la actividad criminal será muy simple, las personas en la calle entrarán en diálogo con los atracadores, ladrones, estafadores, abigeos, violadores etcétera y simple y llanamente discutirán como en cualquier contrato civil los términos o cuantías en que la ley permita la operación.

- Deme todo lo que carga

- Excuse señor llevo más de diez millones de pesos y usted con esa navaja no estaría facultado para llevarse sino hasta 100.000.

- Pero un momento, si es que llevo un revolver dentro del bolsillo.

- Sí, pero como no lo exhibió dice la ley que...

Se podría llegar a fundar, por ejemplo, la Cámara Colombiana del Atracador donde se llevarían a discusión todos aquellos puntos que no se puedan resolver civilizadamente en la calle o que por culpa de los honorables padres de la patria no queden debidamente solucionados en la ley.

Y la Policía, claro que se podrá usar, pero como hoy, únicamente como amigables componedores, árbitros o facilitadores que ayuden a las personas y criminales a ajustar pretensiones.